Antonio Gades, Pepe Habichuela o Paco de Lucía hicieron su maleta para llevar su arte al país nipón. Pero a esos tablaos lejos de España se subían muchos trabajadores del flamenco que no eran figuras. "El 97% de los artistas flamencos son desconocidos. Se ganan la vida como puedeny nadie habla de ellos porque son curritos del flamenco".

A ellos les rinde homenaje la obra de David López Canales, 'Un tablao en otro mundo'.

La conquista de Japón

Fue en los años sesenta cuando el país del sol naciente se convirtió en destino de la gira de flamencos, y comenzó entonces el idilio entre el duende y Japón "Les gusta porque el flamenco es pura expresión, pura liberación, y los japoneses son una sociedad reprimida".

"Les gusta el flamenco porque es pura expresión, pura liberación"

Japón les daba a los flamencos un dinero inalcanzable para ellos en aquella España en blanco y negro en la que había que sobrevivir. Comenzaron llevando su arte y en su equipaje metieron también la picaresca. "Les vendían guitarras malas como si fueran las mejores del mundo, les estafaban vendiendo pañuelos de lunares que les decían que eran de Antonio Gades o Lola Flores y que, evidentemente, no eran de ellos".

El primer bailaor japonés

El taconeo, los quejíos y los toques conquistaron Japón hasta que a los de allí no les llegó con sentirlo, algunos quisieron formar parte del flamenco. "Shoji Kojima, que es el primer bailaor que llega a España, lo hacía bastante bien, pero el mundo del flamenco es muy cerrado y cuando veían a un japonés no querían trabajar con él".

Aventuras del flamenco con palmas que llegan desde un tablao en otro mundo.