Eran las once y media de la mañana. El periodista Philippe Lançon estaba reunido con sus compañeros en la redacción del semanario Charlie Hebdo. "Hubo varias sonrisas y fue entonces cuando un ruido seco, como de petardo, y los primeros gritos interrumpieron el flujo de nuestras bromas y nuestras vidas", cuenta en 'El colgajo' (Anagrama, 2018).

El atentado

Dos hombres armados irrumpieron a tiros acabando con la vida de 11 personas. Él se tumbó en el suelo, haciéndose el muerto. "Abrí un ojo y vi aparecer al otro lado, debajo de la mesa, cerca del cuerpo de Bertrand, dos piernas negras y el extremo de un fusil".

Tras algo más de dos minutos, los asesinos abandonaron la redacción y en la calle mataron a sangre fría a un policía. Lançon estaba vivo, pero el impacto de una bala le había volado la mandíbula. "Me llevé la mano debajo de la mandíbula, para aguantarla y repararla, como si manteniendo todo apretado las carnes fueran a soldarse, el agujero a desaparecer y la vida a continuar".

Volver a nacer

En su libro relata los meses posteriores en el hospital y las múltiples operaciones a las que se tuvo que someter. Lo ha escrito cuatro años después del atentado que marcó su vida y la historia de Francia.

Tras la masacre, el semanario lanzó un número que vendió siete millones de ejemplares. En la portada, una caricatura de Mahoma con la frase "todo está perdonado", y tres palabras que recorrieron el mundo: 'Yo soy Charlie'.