Rodeada de vegetación autóctona de la zona, la Huerta de San Vicente era el "refugio" de Federico García Lorca cuando se encontraba en Granada. "Era el lugar al que siempre volvía", cuenta Carlos Mayoral, periodista y autor de la novela 'Yo no maté a Federico' (Espasa, 2022), de la mano de quien hemos recorrido los lugares de Granada que marcaron la vida y la obra del poeta.

La Huerta de San Vicente la compró en 1925 el padre del escritor, Federico García Rodríguez, cuando Lorca tenía 27 años. La llamó así en honor a su esposa, Vicenta, y se convirtió en la casa de veraneo de la familia y en un rincón de inspiración para el poeta (tanto en su faceta musical -actualmente conserva el que fue su piano- como en la de poeta). Expuesto aún, sobre el escritorio de nogal escribió buena parte de sus obras de madurez, entre las que están 'Yerma', 'Bodas de sangre' o 'La casa de Bernarda Alba'.

Lorca no lo sabía, pero la Huerta de San Vicente fue testigo del último verano de su vida. Según Carlos Mayoral, una paradoja porque para el poeta "este era su lugar seguro". Quizás por eso este lugar, hoy corazón del parque Federico García Lorca, conserva, guarda y trasmite a la perfección la esencia lorquiana.