"Un agujero en la tierra lleno de agua, tan perfecto que no ha habido que reinventarlo". Así define la periodista Anabel Vázquez lo que es una piscina, una obsesión personal desde que era una niña que ahora de adulta se ha lanzado a analizar en Piscinosofía: tratado acuático y desordenado sobre piscinas reales e imaginadas que publica la editorial Libros del KO.

Así concluye que más que un lugar físico podríamos hablar de un lugar de la infancia al que nos pasamos la vida deseando volver "porque no había horarios, solo había juegos porque estábamos de vacaciones".

Piscinas de cine

El cine, consciente de su poder narrativo y estético, ha escrito en torno y dentro de ellas algunas de las mejores escenas de la historia. La piscina es clave en películas como 'El nadador', en la que Burt Lancaster recorre Estados Unidos de piscina en piscina, 'El graduado', 'El crepúsculo de los dioses' o 'La la land', ambientadas estas últimas en la misma ciudad de Los Ángeles.

Domar la naturaleza

"Una ciudad sin piscinas te habla de un tipo de ciudad"

Las hay privadas, públicas, más grandes y más pequeñas, incluso ausentes también dicen mucho de lo que somos. Después de haber encontrado piscinas en los lugares más recónditos, Anabel Vázquez considera que "una ciudad sin piscinas o piscinas a las que la gente tiene difícil el acceso te habla de un tipo de ciudad".

Desde piscinas en lo alto de rascacielos, en desiertos y en la costa, como la que el arquitecto Álvaro Siza proyectó en Oporto junto a las rocas del mar, todas nos hablan del poder del ser humano sobre la naturaleza.

"Hay algo ahí del ser humano de decir "yo te puedo controlar, yo te puedo poner barreras", sentencia Vázquez.

Otra de las conclusiones a las que ha llegado es que "todos disfrutamos igual en el borde de una piscina", porque dentro del agua no hay clases, "todas las piscinas", dice, "son la misma".