Hace 50 años, un grupo reducido de personas se propuso hacer llegar las imágenes de cómo se sobrevivía en los confines más lejanos del mundo, soportando desastres naturales o plagas, a todas partes, para así, tratar de cambiarlo. "La idea es que pudiéramos conmover a quienes las vieran", como nos cuenta Juan Carlos Tomasi, fotógrafo de la ONG Médicos Sin Fornteras.

El poder de una imagen

Para ayudar, necesitaban financiación. Y en Médicos Sin Fronteras sabían que una fotografía tenía el poder único de enseñar otras realidades. "Porque a nuestro alrededor no hay un único mundo, hay mil". Y mostrándolos todos, han conseguido llevar su proyecto a más de cien millones de personas, desde la asistencia médica en Palestina, al conflicto de Afganistán, Yemen o Haití.

La cámara de Juan Carlos Tomasi ha registrado los rostros, los paisajes, la carretera, que se convierte en algo más cuando se transforma en frontera.... Como la que tuvo que atravesar Daniela cuando huía de la prostitución y su situación en Guatemala. "Me ayudaron en lo médico, lo psicológico y en lo legal", cuenta.

La cicatriz esperanzadora

Porque a veces, las buenas noticias son algo extraordinario. Como cuando encontraron a una mujer, en Etiopía, a punto de dar a luz en una cuneta. Un coche de la organización la recogió y la llevó al hospital. Todo un acontecimiento porque, como asegura Tomasi, "que nazca una nueva vida ya es un milagro., pero allí es un súper milagro".

'La memoria del olvido'es un compendio fotográfico de todos estos años, un recuerdo del conflicto, también, una cicatriz. "Es una realidad que al mismo tiempo tiene que ser esperanzadora". Porque el germen del cambio se vuelve visible cuando se reconoce.