Su hábitat natural es la ciudad de Nueva York, donde reside desde los 70. Su guarida, un apartamento en el Village. Fran Lebowitz mantiene que "nadie ha perdido el tiempo más que ella. Nadie".

Entre sus actividades favoritas está pasear, escribir y criticar. "Cuando era pequeña se le llamaba contestar, ahora se dice hablar en público", dice.

Expulsada de la escuela por su "hostilidad generalizada", trabajó como taxista, vendedora de cinturones, limpiadora... hasta que sus artículos de opinión llegaron a las revistas.

Defensora de lo indefendible

Desde entonces, Fran Lebowitz dedica sus días a defender los derechos de los fumadores, porque "si eres fumadora, cuando fumas, no importa lo que sea, por lo menos estás fumando".

Ácida como un limón, mordaz es la palabra que mejor la describe. "Yo creo en la venganza. La gente dice que si el que ríe el último ríe mejor, pero oye, para mí cualquier momento es bueno".

El arte de juzgar

Estas y muchas otras opiniones están reunidas en 'Un día cualquiera en Nueva York', un libro que recoge sus artículos escritos en los 90 y que, por encima de todo, enseña al lector que criticar puede ser también un arte.