Elena Recalde no ha pegado ojo en toda la noche después de anunciar que va a cerrar su librería, la histórica Lagun. "La venta online, el pirateo de libros, la lucha contra las grandes plataformas... es tremendamente difícil", nos cuenta.

Lagun, símbolo de la resistencia

Hoy apenas puede llevar el negocio porque no paran de llegar clientes como Maite, que no buscan libros, sino abrazos. "No me he hecho a la idea todavía", dice con la voz rota.

"Había colas para comprar libros inservibles"

Hace 55 años lo habitual aquí era encontrar libros prohibidos por el franquismo. Eso les costó ataques de la ultraderecha. Después, en los noventa, llegaron del entorno abertzale con pintadas y cócteles molotov. "Lo siguiente fue que la ciudadanía hacía cola para comprar libros inservibles", recuerda Recalde.

Odio a la cultura

La historia de Lagun es la de otras 224 librerías de nuestro país atacadas vilmente. Las tenemos en 'Allí, donde se queman los libros'. ETA dejó más víctimas en estos ataques, pero la ultraderecha fue más activa. "Es la forma en que se plasma el odio que sienten, aunque también, en ocasiones, el odio es contra el librero o contra el sector político que representa", asegura Francisco López Pérez, coautor del libro.

"Atacar librerías es la forma de plasmar el odio"

La obra recoge cómo los borrokas emularon a los nazis y quemaron libros de Lagun en plena calle. Entre ellos, varios en euskera. Cuatro años después, ETA ametralló a José Ramón Recalde, padre de Elena y fundador de la librería, y le dejó secuelas de por vida. Él había sido también el impulsor de la primera ikastola en San Sebastián. Paradojas de una psicosis que se cura, precisamente, leyendo.