Benidorm, esa ciudad donde todo es posible, no deja nunca de sorprendernos. Pasó de ser un páramo rural en los 50 a convertirse en apenas dos décadas en una macrociudad de vacaciones a la que llegaron a llevar a una familia lapona en una insólita campaña de marketing.

Este boom inmobiliario (y millonario) esconde curiosas anécdotas como que fueron las mujeres las que heredaron los terrenos frente al mar. A los varones se les dejaba en herencia los considerados como terrenos buenos, los fértiles, alejados hacia el campo.

En los 80, Rafael, un hostelero que regentaba un bar y una discoteca, quiso parecerse a esas mujeres ricas en pleno régimen y urdió un plan tan complejo como surrealista que acabó convirtiéndose en el mayor pufo inmobiliario de la ciudad.

Una estafa histórica

En plena expansión urbanística solo quedaba un solar disponible en la Playa de Poniente, y Rafael se las ingenió para hacerse con él. Fingió que tenía un poder del propietario, Fernando Palop Mata, que residía en el extranjero, y se cameló a los compradores con su don de gentes hasta lograr embolsarse cuatrocientos millones de pesetas. "El solar no era suyo, entonces huyó con su familia a Utrech", relata la escritora Elisa Ferrer. "Esta es una historia que siempre ha sonado en casa, en mi pueblo. Él está casado con una amiga de mi madre".

Con ese nexo, un día, Rafael llama a la autora para regalarle su historia. "Me vino a buscar a casa y me dijo: ¿Tú eres la guionista, no? Pues tengo una historia que que te va a encantar", recuerda.

"Es una historia que siempre ha sonado en casa, y un día vino Rafael para contármela"

En ese primer momento Elisa Ferrer descartó escribir sobre Rafael, hasta que se fue a Iowa a estudiar un máster de escritura creativa. En uno de los talleres de no ficción comentó la anécdota y descubrió el potencial de ese timo que ya es historia de la ciudad levantina. "Cogí su historia, la hice un poco mía e introduje una narradora para que la escribiera", explica Ferrer. "Entre esas conversaciones de ellos dos se va un creando esta novela caleidoscópica en la que vamos viendo el Benidorm de finales de los 90 contrastado con la España y los Países Bajos de hoy".

A través de esa escritora narradora podemos ver cómo la autora procesó y digirió semejante historia. "Hay algo de mí en la manera en la que ella se enfrenta a la historia. Al principio es un poco reticente y luego se mete de cabeza", dice. Porque cuenta que el afán de Rafael de engrandecer el relato es tal que tenía que poner en cuarentena muchas de las hazañas que le contaba, o incluso repreguntarle en diferentes momentos para verificar si lo lo que contaba era cierto.

La persona tras el personaje

Rafael tiene una doble vertiente que conmueve por momentos: por un lado, la del pícaro venido a más que consigue arrancarnos varias carcajadas; por otro, la de un hombre que, exiliado, se entera de la muerte de su hijo, al que no puede enterrar. "Quería jugar a crear un personaje que tuviera ese punto de encantador, de entrañable a pesar de que lo que hace es moralmente bastante reprobable", reconoce la autora. "Yo diría que es el Lazarillo de Tornes 2.0, como que ya ha madurado y aún así sigue estafando como solo él sabe".

Estamos ante una mezcla de El Quijote y Pablo Escobar, un tipo que vive una situaciones desternillantes. Como cuando fue a cruzar junto a su mujer la frontera con pasaporte ilegal y acabó acelerando su Ferrari rojo lanzando fardos de droga por la ventanilla dejando en la estacada a su esposa sosteniendo unos quesos gruyer. O cuando testificó ante el juez por la estafa e intentó convencerle de que el propietario del solar le dio el poder porque estaba perdidamente enamorado de él.

"Quería jugar a crear un personaje que tuviera ese punto de entrañable a pesar de que lo que hace es moralmente reprobable"

Las aventuras y desventuras de Rafael conviven en tiempo y forma con otro personaje omnipresente en la novela: la ciudad, que es testigo del gran golpe. "Benidorm es un personaje más de la novela, que también tiene su arco de transformación y su historia va un poco en paralelo con la de Rafael", explica Ferrer. "Al final se disfraza a la ciudad. Era un pueblo, pero el antiguo alcalde Pedro Zaragoza quiere que se convierta en destino de vacaciones y acaba siéndolo. Igual que Rafael, que empieza siendo un traficante y de repente da un golpe increíble y acaba siendo este estafador que protagoniza una gran estafa".

La narradora inspirada en la autora

El libro revela cómo fue esa labor de profundizar en tan estrambótica biografía, los paseos que dieron juntos frente al que hoy es el Edificio Veralux, o incluso el viaje que la propia Elisa Ferrer emprende a Países Bajos para investigar el lugar donde se exilió.

Allí descubre que entre su grupo de amigos se encontraba Fermín, ese hombre recordado por media España como el restaurador -a una guitarra pegado- que se tiró al canal a recuperarla tras habérsela tirado el cocinero Alberto Chicote en su mítico programa de 'Pesadilla en la cocina'. "Con cada persona que conocía me planteaba si meterlo en la novela, y esto sin duda tenía que ir porque es historia de la televisión".

"La realidad supera a la ficción, pero me lo he querido llevar un terreno de ficción que supere a la realidad de alguna manera"

Su novela ha convertido en historia todas esas leyendas que llevan décadas circulando. "La realidad supera a la ficción, pero me lo he querido llevar un terreno de ficción que supere a la realidad de alguna manera", explica. De esa coctelera donde agita hechos reales insólitos y una exquisita narrativa que consigue engrandecerlos y humanizarlos aún más sale El holandés, una obra con alto potencial de sobrepasar nuestra capacidad de asombrarnos con la épica de lo mundano.