Laguna de Negrillos, en León, vio crecer a Victorino. Eran los años 20. De familia muy humilde, tuvo que abandonar el colegio con 14 años para ayudar a su familia en el campo.

Ni el trabajo, ni la guerra civil le permitieron retomar los estudios, pero siempre luchó para que sus hijos tuvieran un futuro mejor. "Él quería que tuviésemos una independencia económica para poder elegir nosotros lo que quisiéramos de mayores", recuerda una de sus hijas, María Asunción.

Victorino empezó a escribir poesía con 72 años

Victorino volvió a los libros cuando dejó la agricultura. Leía todo lo que caía en sus manos: enciclopedias, biografías... subrayando, anotando y resumiendo cualquier texto... pero le faltaba algo.

Buena persona, vivió con pasión y sensibilidad, y por eso era inevitable que escribiese poesía. Tenía 72 años. Escribió pequeños homenajes a todo lo que le rodeada: a sus amigos, a su pueblo y, sobre todo a su familia. "Él lo que quería era tener un libro con todas sus poesías y que las conociera la gente. Era como querer mostrar al mundo lo que él había vivido", nos cuenta su hija pequeña, Inmaculada.

Sus hijas hicieron su sueño realidad, y cuando Victorino cumplía los 100 años, consiguieron publicar un libro con todos sus versos: 'Poesías de un campesino'.

"Decía que por lo único por lo que no quería morirse es porque le quedaba mucho por aprender"

María Asunción recuerda orgullosa que su padre "decía que hay que aprender del que sabe, y el que sabe era el que él veía en el pueblo, por ejemplo, el farmacéutico, el médico...". Inmaculada añade que "decía que le faltaba muchísimo por aprender y que por lo único por lo que le preocupaba morirse era porque le quedaba muchísimo por aprender".

Victorino llegó a ver su libro, pero falleció pocos meses después. A su familia le queda su legado. A nosotros sus recuerdos en forma de poemas, tal y como él quería.