Son invisibles. No sabemos exactamente cómo funcionan y tampoco nos importa, porque tenemos una fe prácticamente ciega en ellos: los algoritmos. "Parece que están funcionando como los oráculos de los antiguos griegos que le preguntaban a los dioses", dice la periodista Marta García Aller, autora de 'Lo imprevisible' (Planeta, 2020).

"Confiamos demasiado en que la tecnología tenga las cosas bajo control"

Al oráculo del siglo XXI le preguntamos por el tiempo, por los atascos o incluso por el amor. "A lo mejor confiamos demasiado en que la tecnología tenga las cosas bajo control", reflexiona García Aller. "Lo que nos tendríamos que estar preguntado y tener más presente es cuáles son los límites de la tecnología, entender qué es lo que no le podemos pedir".

Lo que el algoritmo no puede controlar

No ha sabido, por ejemplo, predecir la pandemia del coronavirus. Y de eso habla 'Lo imprevisible', de todo aquello que la tecnología no puede ni debe controlar. "No debemos ver la tecnología como algo extraño que da respuestas todopoderosas que no cuestionemos. Un algoritmo no puede decidir qué es verdad y qué es mentira, porque verdad y mentira son conceptos humanos. Tendremos que enseñarle qué es lo que entendemos como sociedad que es cierto, y ni siquiera nosotros nos ponemos de acuerdo en eso", cuenta la autora.

"Un algoritmo no puede decidir qué es verdad y qué es mentira, porque son conceptos humanos"

Marta García Aller habla de la necesidad de un "humanismo tecnológico". Es decir, comprender los algoritmos más allá de un punto de vista matemático. "Cada vez hay más empresas tecnológicas que están contratando filósofos, sociólogos, lingüistas, psicólogos, neurocientíficos... porque para que los robots ayuden a los humanos, también hay que entender a los humanos. Si no la tecnología no va a funcionar".

Porque a la tecnología siempre se le escapará lo imprevisible, y nosotros, seguimos siéndolo.