Katherine Rundell

Traductor: Carlos Abreu

Editorial: Destino

Año de publicación original: 2025

Volvemos a El Archipiélago. El preciosista mundo mágico situado en un plano diferente al nuestro en el que los humanos conviven con todo tipo de animales mágicos y mitológicos. Pero va un aviso tempranero: no vamos a regresar al confort de lo conocido.

De hecho, hay una sensación extraña que permea toda esta nueva aventura. Una nostalgia que subyace en el alma de la misma novela y que lo inunda todo. Y aunque podría parecer algo negativo es todo lo contrario porque, a pesar de eso que nos falta, hay mucho que celebrar.

Volvemos a El Archipiélago pero no al confort de lo conocido

Sé que estoy siendo críptico, pero el spoiler aquí es pecado mortal y no quiero que ninguna mantícora me rebane la cabeza por contaros los secretos de esta —y, sobre todo, de la anterior— novela. Solo deciros que tenéis que aceptar, que en este universo creado por Katherine Rundell, la mitología muta, los héroes cambian y lo que una vez fue un refugio, ahora es un territorio inexplorado. Porque de la primera historia que nos contaron en Criaturas Imposibles tan solo quedan los cimientos.

Y esta es una maravillosa noticia porque estamos hablando de una secuela que se las ingenia para contarnos una historia completamente distinta que poco tiene que ver con la que ya nos sabíamos. Es decir, es el mismo universo pero no hay más que pequeñísimas pinceladas de lo que ocurrió en el anterior libro.

Un peligro más terrenal

Lo que tenemos es un Archipiélago que han herido de una forma totalmente diferente a cómo ya lo habían hecho. No hablamos de una amenaza que lo ponga todo en peligro. Es un terror más local, más familiar. La magia no corre peligro en sí misma. Son los dragones los que están sufriendo. De hecho, uno de ellos, un viejo amigo, regresa a por Christopher. Hay que salvar a los dragones.

Y también a Anya, una joven princesa de una de las islas del Archipiélago que ha sido traicionada por su tío. Y que tendrá que encontrar el valor para hacer justicia, tras huir de su hogar para no ser asesinada.

Es un terror más local, más familiar. Los dragones están sufriendo

Esta no es la típica excusa para embarcarnos en una aventura. Es más un grito que busca equilibro en un mundo mágico que acude a la violencia, a la mentira y al asesinato como forma de control. El personaje de Anya es una voz nueva. Es fresca, es vulnerable y al mismo tiempo resuelta y nos cambia por completo el eje moral de la novela.

Y mientras tanto, Christopher sigue ahí, pero ya no es el asombrado aprendiz de Guardián. Sigue siendo el ancla de esta saga pero ahora tiene más responsabilidad. Es un viajero entre dos mundos que tiene los ojos abiertos al peligro que acecha y que es consciente de que cada decisión puede marcar el destino de criaturas y humanos por igual.

Más criaturas mágicas

Con El rey envenenado, Rundell demuestra que su saga no quiere acomodarse. Es cierto que la aventura sigue presente —hay esfinges, mantícoras, incursiones en guardias de dragones, rescates imposibles...— pero el paisaje se ha teñido de maldad y codicia. Su magia ahora es fuerte pero sus habitantes sienten el peso del miedo, de la traición, de la ambición. Es un archipiélago un poco menos mágico. Más mundano.

El Archipiélago ya no brilla con la inocencia del primer libro. Es menos mágico, más mundano

Puede que muchos de nosotros hayamos celebrado el regreso de esta saga relamiéndonos con volver a encontrarnos con los personajes del primer libro. Pero El rey envenenado no pretende eso. Introduce nuevas piezas —como Anya y su bandada de pájaros mágicos—, nuevas motivaciones y, sobre todo, un aire de renovación narrativa.

Es cierto que extrañaremos —muchísimo— a cierto personaje y que ese anhelo funciona como eco de la nostalgia durante los primeros episodios, pero esta novela no se aferra al pasado. En su lugar, abre una ventana al futuro. Uno incierto, sí, pero esperanzador.

Una saga con mucho futuro

Que El rey envenenado exista es también una prueba de que la saga de Rundell no es un experimento fugaz, sino un proyecto con raíces firmes. Más que firmes, millonarias. Ha vendido ya más de cuatro millones de ejemplares del primer libro y es la primera autora infantil británica desde J.K. Rowling que alcanza inmediatamente el primer puesto en las listas de ventas de libros infantiles en el Reino Unido y Estados Unidos. Por eso, la serie que fue pensada como una trilogía inicialmente, ha sido expandida a un saga de cinco libros este mismo año.

Disney ha comprado los derechos cinematográficos de estas novelas

Y encima, como colofón a todo esto, tenemos la noticia de que Disney ha comprado los derechos cinematográficos de estas novelas. La compañía de Mickey Mouse quiere convertir la historia de Katherine Rundell en su Harry Potter o en su El señor de los anillos. Ahí queda eso.

Pero incluso con una noticia tan potente como esta, el valor de esta secuela de Criaturas imposibles radica en su lectura, no en su futuro audiovisual. Es en sus páginas donde Rundell demuestra que confía en su mundo —y en sus lectores— lo suficiente como para sacudir la fantasía, cambiar las reglas y ofrecer algo distinto. Una fantasía que ahora duele, que incomoda, que madura.

Sigue el canal de Ahora Qué Leo en WhatsApp para estar al tanto de todas nuestras reseñas, reportajes y entrevistas.