Autor: John Irving

Traductor: Juan Trejo

Editorial: Tusquets

Año de publicación original: 2022

Existen unos cuantos escritores que acaban siendo representantes de la literatura de su país. En el caso de la estadounidense, John Irving es uno de ellos. A lo largo de toda su carrera (y no podemos olvidar que el autor ya pasa de las 80 primaveras) ha publicado obras que están inevitablemente ligadas a la gran novela americana.

John Irving se ha inspirado desde sus primeros años en autores como Charles Dickens o Herman Melville

Irving nos recuerda a aquellos autores del siglo XIX que son los culpables de que volcase su vida en océanos de letras, páginas, libros y guiones cinematográficos. Hablamos de grandes como Charles Dickens o Herman Melville. De hecho, la abuela del protagonista de El último telesilla le lee Moby Dick todas las noches.

Una novela con fantasmas

Adam es el nombre del personaje principal de la última gran novela de John Irving. También tiene 80 años como el propio autor, y regresa al hotel donde fue concebido en busca de respuestas. Su madre, que estuvo ausente temporadas muy largas en la vida de su hijo, conoció allí a su padre pero nunca le dijo quién fue.

Adam es un niño heterosexual criado en un entorno homosexual

Tuvo que criarse con sus abuelos, que eran de todo menos convencionales. Su familia, madre incluida, desafiaban todos las normas no escritas de la época: es un niño heterosexual criado en un entorno homosexual, femenino y feminista. Y además, desde bien pequeño, Adam ve fantasmas, pero no de los que dan miedo. Son espectros, visiones que parecen sacadas de fotos antiguas entre las que sospecha que puede encontrarse su propio padre.

Un puntito autobiográfico

Esta historia tiene tintes autobiográficos (fantasmas aparte, claro) y contiene todo lo que ha subyugado a los fans de Irving: el síndrome del nido vacío, el feminismo, la homosexualidad, personajes excéntricos y, cómo no, una lúcida crítica a la moral establecida.

En El último telesilla se ridiculizan prejuicios sexuales y de género sin ningún problema y, por supuesto, con un toque que podría considerarse como crítico, político y reivindicativo. Aunque el propio Irving prefiere que la definan como una novela "didáctica". En esta obra, como en las demás, no esconde el hastío por la deriva y el odio al diferente que ha tomado su país desde hace unos cuantos años.