Lorenzo G. Acebedo

Editorial: Tusquets

Año de publicación original: 2023

Sinopsis: Gonzalo de Berceo, un monje poeta del siglo XIII, tiene que trasladarse hasta el monasterio de Santo Domingo de Silos para copiar las vidas del susodicho Santo. Sin embargo, Gonzalo no es un monje cualquiera, la fe la perdió hace tiempo, y ahora, entregado al vicio del vino, mira a la Iglesia con ojos suspicaces.

Es por eso que cuando llega al monasterio y se encuentra lo que parece ser un suicidio, se pone rápidamente a investigarlo pese a las reticencias del abad, algo que le saldrá muy caro.

Por qué recomendamos 'La taberna de Silos', de Lorenzo G. Acebedo

Imaginad El nombre de la rosa, añadidle los poemas del Arcipreste de Hita, una pizca de prosa cervantina y bastantes chascarrillos al puro estilo Gargantúa y Pantagruel. El resultado es esta deslumbrante novela histórica, que nos recuerda a Umberto Eco o a Marguerite Youcenar. Su autor además tiene una intrahistoria deliciosa: escondido tras un pseudónimo, cambió los hábitos por el amor hacia su mujer actual, y eso es todo lo que sabemos de él.

Quizás haya sido su propia experiencia monacal la que le ha permitido viajar tan maravillosamente en el tiempo, hasta el lejanísimo siglo XIII, para hablarnos a través de las palabras del poeta Gonzalo de Berceo.

Porque realmente, el humor costumbrista y los ataques a la Iglesia por su ambición de poder y sus ansias de dinero, nos hacen creer que Lorenzo G. Acebedo, es en realidad, el propio Gonzalo. No en vano, el nombre del autor no es más que un anagrama del personaje.

Extremadamente divertida en su particular mirada del mundo, La taberna de Silos es también una novela de tintes policíacos que denuncia un tipo de corrupción. En el camino, nuestro querido Berceo, siempre acompañado por una bota de vino, reflexionará sobre la crueldad, el amor, la fe o el sentido de su escritura. Y todo ello a base de comentarios jocosos que sacan como mínimo una sonrisa en el lector, y eso si sois de los que os da vergüenza reíros con gente delante. Si leéis en soledad, la carcajada está garantizada.