Autor: Roald Dahl (Edición a cargo de Donald Sturrock)

Traductores: Mariana Sánchez y Edgardo Scott

Editorial: Gatopardo

Año de publicación original: septiembre de 2016

Cuando Sofie Magdalene supo que estaba a punto de morir se aseguró de que su hijo, que se recuperaba de una complicada operación, pudiese escucharla por última vez. Los enfermeros le acercaron un teléfono hasta su cama. Ella no le explicó lo que ya sabía, que su vida se apagaba y que le quedaba poco tiempo. Así, ambos charlaron como si no estuviesen postrados en una cama de hospital.

Horas después, el escritor Roald Dahl perdió a su madre, recibiendo, como parte de su herencia, un pedazo de sí mismo que ella fue meticulosamente recopilando a lo largo de toda una vida: toda la correspondencia que el autor le había enviado desde su infancia.

Niños rebeldes

Te quiere, Boy recoge las primeras experiencias del creador de Charlie y la fábrica de chocolate. En ellas se aprecian los primeros visos de una personalidad abrumadoramente inventiva, ni si quiera contenida por la mala ortografía que mantuvo a lo largo de toda su vida y de la que son reflejo muchas de sus cartas. Cuando algunas de ellas se publicaron en una biografía de 1948, el propio Dahl escribió un prefacio advirtiendo a sus jóvenes lectores de los errores que contenían: "Están tan mal escritas y tienen tantas faltas de ortografía que os harán reír".

En estos textos están desde las cándidas misivas infantiles escritas en el internado de St Peter’s, donde maquillaba la realidad triste del día a día de las grises aulas victorianas, hasta las primeras muestras de exageración que colorean los relatos más comunes: ríos que crecen por cuenta propia dejando a los habitantes de la región remando sobre mesas de comedor, retretes recién pintados que impiden volver a levantarse a quienes se sientan en ellos, hombres que, como medusas, se deshacen bajo el sol...

Las impresiones del niño Dahl sobre los años de internado se dan de bruces con las del adulto. En su biografía recordaría los años lúgubres de su niñez, origen de muchos de los personajes deseosos de rebelarse de sistemas opresivos y crueles. El rastro de Matilda o de Danny, el campeón del mundo se intuye en su relato cotidiano de la vida en el internado. Miradas hacia una vida extraordinaria que se abre paso entre los márgenes de las realidades más grises.

Un escritor en el desierto

Te quiere, Boy pasó de ser una fuente biográfica inestimable para las primeras memorias de Dahl a convertirse en una obra con entidad propia, capaz de convivir con en el mundo literario del autor. También para localizarle, entender mejor una vida al galope entre dos guerras, en un mundo muy distinto al nuestro y que, por momentos, casi nos parece fruto de sus propias invenciones.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, se nos muestra al autor como un joven intrépido y poco interesado en una carrera universitaria, aún menos en una militar, que decide unirse a la fuerza aérea británica para buscar aventuras.

Sus cartas se llenan de lugares remotos: el Levante mediterráneo; la lejana Irak, descendiendo en su biplano con la cámara al cuello para tomar fotos del Gran Arco de Ctesifonte; observando a las familias de elefantes que cruzan las planicies de Nairobi. Experiencias que incluiría en el relato autobiográfico Volando solo.

En esa misma época estrelló su avión en la oscuridad del desierto libio tras perderse durante su primer día de servicio activo con la RAF. Con parte de su traje calcinado y una fuerte contusión cerebral que le dejó ciego durante meses, Dahl defendería años más tarde que fue aquel golpe el que le convirtió en escritor, cambiando irremediablemente su química cerebral y brindándole su primer relato publicado: Shot down over Libya(Derribado en Libia).

Dahl el narrador

Los últimos años del conflicto llevaron al piloto hasta Washington DC. Allí se convirtió en representante de las fuerzas aéreas en la embajada británica. Las cartas desde la capital estadounidense están plagadas de nombres de celebridades que cada día conoce en cócteles y recepciones. Se da a conocer como un autor de éxito, un orador capaz de meterse en el bolsillo a cualquiera, de Walt Disney al presidente Roosevelt.

El material recopilado en Te quiere, Boy se sostiene mucho más allá de la mera curiosidad biográfica. Asistimos a la vida del autor como confidentes, disfrutando de su ingenio en cada carta. Damos la vuelta al libro a cada tanto para reconocer que sí, que efectivamente se trata de Roald Dahl y no de un pariente lejano al que deseamos volver a ver. Porque surge la misma excitación y curiosidad infantil con cada lectura.