Esteban Mira Caballos
Editorial: Crítica
Año de publicación original: 2025
Cristóbal Colón lleva quinientos años disfrazándose: genovés, catalán, gallego, portugués, incluso judío converso. Cada generación lo ha usado como espejo para proyectar sus obsesiones. Lo que hace Esteban Mira Caballos en Colón es arrancarle esas máscaras y dejarlo en carne viva. No hay épica gratuita ni revisionismos de sobremesa: hay historia, documentos y un retrato que incomoda porque es demasiado humano.
Un Colón sin leyenda
Mira Caballos arranca por lo esencial: el origen. "El origen genovés de Colón está fuera de toda duda", ha afirmado ya en numerosas entrevistas. No lo dice a la ligera, sino tras seguir el rastro de contratos, testamentos y codicilos que lo prueban. De paso liquida teorías fantásticas con una contundencia que desarma. El objetivo no es ensuciar a Colón ni glorificarlo, sino ponerlo en su sitio, como lo que fue: un hombre del siglo XV con ambiciones desmedidas y un talento peculiar para venderse.
Lo que hace Esteban Mira Caballos en 'Colón' es arrancarle las máscaras y dejarlo en carne viva
El libro también dialoga con los estudios genéticos dirigidos por el Dr. José Antonio Lorente. Pero lejos de subirse a la ola del espectáculo televisivo, Mira Caballos los coloca en su sitio: "Los datos son valiosos, pero la contextualización histórica no se hizo bien en un documental popular. Yo lo corrijo en el libro", reconoce. La genética no sustituye al historiador, solo lo acompaña. Y en esas manos, las pruebas científicas dejan de ser un truco de feria y se convierten en otra pieza de un rompecabezas mayor.
El hombre detrás del mito
El Colón que emerge aquí está lejos de la imagen escolar. Según Mira Caballos, era "un excéntrico chalado que vendía humo", alguien con fe ciega en sí mismo, pero también con la habilidad de un trilero para convencer a quienes tenían el poder. Lo retrata como "el típico quejica que siempre pedía más, aún después de concedérsele grandes privilegios por parte de los Reyes Católicos". Ni visionario puro ni villano absoluto: un personaje contradictorio, obsesionado con dejar huella y capaz de jugar al límite para lograrlo.
La gran pregunta atraviesa las páginas: ¿sabía Cristobal Colón que había descubierto un continente? Mira Caballos sostiene que, en el fondo, sí. Que Américo Vespucio terminó de confirmárselo, pero Colón nunca lo reconoció formalmente. Orgullo, fe, contratos con la Corona: las razones se mezclan. Lo interesante es esa ambigüedad, porque nos habla de un hombre que tal vez no entendió por completo la magnitud de su propia hazaña.
Por qué leerlo
Lo que distingue a este libro es que no se contenta con desempolvar archivos. Mira Caballos nos devuelve a un Colón incómodo, contradictorio, excesivo, capaz de inspirar admiración y rechazo al mismo tiempo. Alguien que, como pocos, encarna los claroscuros de su tiempo. Ese enfoque —ni hagiográfico ni condenatorio— es lo que convierte esta biografía en una lectura valiosa, incluso para quienes creen que ya lo han leído todo sobre el descubridor.
'Colón' se lee como el retrato de un hombre que cambió el rumbo de la historia y, al mismo tiempo, nunca dejó de ser un tipo con manías y defectos
Colón no se lee como una apología ni como un ajuste de cuentas. Se lee como lo que es: el retrato de un hombre que cambió el rumbo de la historia y, al mismo tiempo, nunca dejó de ser un tipo con manías, defectos y grandezas muy terrenales. Colón, al final, no necesita adornos. Necesitaba un historiador dispuesto a mirarlo de frente. Y aquí lo tiene.
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