Autora: Mary Webb

Traductora: Carmen Francí

Editorial: Trotalibros

Año de publicación original: 1924

Mary Gladys Webb apenas tenía 46 años cuando murió. Se fue sola, en 1927, enferma y sin conocer el éxito que después tendría Precioso veneno, adaptada incluso por la BBC en 1989.

Webb tenía bocio y los ojos saltones, síntomas de las enfermedad de Graves. Desconocemos cuánto quiso que hubiera de ella en Prudence Sarn, la protagonista de su gran novela, una joven marcada por un labio leporino, pero es inevitable no imaginarse a la autora, con cierta resignación y ternura, escribiendo estas palabras: "Si soy buena y voy al cielo, me harán de nuevo y seré tan bonita como un nenúfar de la laguna. Y si me porto mal y voy al infierno, venderé mi alma mil veces, pero me compraré una cara bonita y seré feliz aunque me condene".

Mary Webb murió sola, enferma y sin conocer el éxito que tendría 'Precioso veneno'

Las reflexiones sobre la belleza y la imagen creada por la mirada de los otros es uno de los aspectos más interesantes de esta obra publicada hace cien años. Prue es consciente de que la ven como una criatura extraña, una atracción de feria, un ser maldito con la capacidad de invocar a la muerte. Y si es así por fuera, cómo será el interior de su cabeza, dicen. Pero si algo tiene Prudence, como Webb, es la ironía y brillantez para deshacerse de los prejuicios con un solo pensamiento: "En ese sentido, Jancis, que era tan tonta que a veces parecía simple, habría tenido que ser inteligentísima".

El culto al veneno

Prue, inteligente y de mirada afilada, es el rayo de luz que atraviesa esta inquietante historia de amor y supersticiones.

Ambientada a principios del siglo XIX en una comunidad rural, Mary Webb tiene la habilidad de fusionar en una sola descripción los dos mundos que colisionan en estas páginas: el maravilloso entorno natural de Shropshire, Inglaterra, en el que ella creció ("Los pinos negros extendían los brazos, empapados de escarcha, todos blancos, de modo que las puntas de las ramas parecías dedos sumergidos en espuma") con la oscuridad que poco a poco se apodera de la trama ("Toda la laguna estaba llena de luces rojas, como si la granja estuviera en llamas y estas se reflejaran en el agua").

Prue es el rayo de luz que atraviesa una inquietante historia de amor y supersticiones

Si Prue es un rayo de luz, Gideon, su hermano, es un agujero negro que amenaza con destruirlo todo. Gideon es un personaje odioso repleto de tantas aristas que resulta fascinante. "Le relampagueaban los ojos, pero con una luz fría", describe su hermana.

Es un joven capaz de esbozar una sonrisa extraña el día del entierro de su padre y de convertirse en su devorador de pecados, una figura maldita en la época pero necesaria para que el difunto se marche en paz. A cambio de cargar con todo el mal de su padre, le pide a su madre hacerse cargo de la granja y convertirse así en el nuevo amo de la familia. Porque Gideon, cegado por la avaricia, solo tiene un objetivo: hacer dinero a costa de lo que sea y de quien sea.

Gideon, cegado por la avaricia, solo tiene un objetivo: hacer dinero

El dinero, ese precioso veneno, es el que acaba por arrastrarle a la perdición. Trabaja sin descanso, como si alguien le persiguiera. "Tengo tal poder en mí que solo la muerte puede detenerlo", afirma con una frialdad que asusta, mientras parece estar luchando contra sí mismo, librando una batalla con algún demonio que se retuerce en su interior y que no le permite, ni siquiera, amar. "Estaba muy enamorado y, a la vez, furioso de estar tan enamorado".

Los hermanos Prudence y Gideon encabezan un potentísimo elenco de personajes, todos ellos profundos y complejos, y que marcan el paso de una historia narrada con un ritmo sorprendentemente actual. En el imaginario de todos ellos viven brujos, fantasmas y hadas que terminan de dar forma a un universo en el que, a pesar de no haber magia, tiene mucho de mágico.