Radclyffe Hall

Traducción: Gloria Fortún

Ilustraciones: Carla Berrocal

Editorial: Dos Bigotes

Año de publicación original: 1928

¿Puede provocar un libro el adulterio en masa, la sodomía o el lesbianismo? Hoy podríamos reírnos de estas afirmaciones medievales sobre grandes clásicos de la literatura como Madame Bovary de Flaubert, Aullido de Allen Ginsberg o El pozo de la soledad de Radclyffe Hall, con sendas acusaciones por lo que se contaba en sus páginas.

Hall pasó a la historia de la literatura en el siglo XX por las denuncias que se vertieron sobre su obra en 1928. Pero también por haber sido pionera en aquello de poner en palabras lo que muchas mujeres callaban en esos momentos: ser lesbianas. Hoy la leemos con la atención que su época no le dio a una joya de la literatura del siglo pasado.

Historia de una amazona

La protagonista de esta historia, Stephen Gordon, tomó su nombre del error y del deseo de sus padres de tener un hijo. Fue una niña quien terminó llevando el nombre del hombre que sus progenitores querían. Desde pequeña se enfrentó a las limitaciones que la época imponía a las mujeres desde la infancia. Montar a lo amazona (con ambas piernas a un lado de la silla), no participar en cacerías o recibir una formación enteramente dedicada al cuidado de la casa y los niños.

Radclyffe Hall pasó a la historia de la literatura en el siglo XX por las acusaciones que sobre su obra se vertieron en 1928

En su rebeldía, Stephen escoge el camino de su propia autodeterminación, enfrentándose a las críticas y los ataques de padres, compañeros de juego, criadas e institutrices. Su padre la cuida y protege como si de aquel hijo deseado se tratase. Hall construye su relato sobre la mirada infantil hacia el mundo de los adultos, reparando especialmente en las mujeres —heterosexuales todas, obviamente— que pueblan la casa familiar, modelos inalcanzables y extraños para Stephen.

Su primer amor es Collins, una criada de la que queda prendada a los siete años. Los años van forjando en su protagonista todas las dudas que como adulta se convierten en certezas. Este es un libro donde se cristalizan las preguntas que todavía atenazan a la comunidad queer en su totalidad: ¿quién soy realmente?

Romance, culpa y secreto

En los años siguientes, la insoportable soledad del mundo se ve interrumpida por Angela Crosby, una estadounidense recién llegada. Hall convierte la segunda parte de la novela en una especie de insatisfacción crónica con la vida real. A espaldas de Ralph, su marido, ambas mujeres tendrán un romance marcado por la culpa y el secreto.

Este es un libro donde se cristalizan las preguntas que todavía atenazan a la comunidad queer en su totalidad: ¿quién soy realmente?

Es en esta historia donde la autora sienta las bases del deseo de su protagonista, convirtiéndolo en realidad. Hall hace que sus personajes se muevan entre los mismos eufemismos que el resto utiliza para nombrar su relación. Es en la etapa adulta de su personaje principal donde El pozo de soledad brilla por su audacia.

A medida que el deseo de Stephen madura, lo hacen sus reflexiones. La joven cumple 21 años y observa su reflejo. Describe sus inseguridades, expone lo que le incomoda sobre su aspecto, sobre los comentarios que escucha en la calle, sobre aquello que ve y que le separa de la normalidad impuesta. Es precisamente aquí donde la literatura de Hall alcanza una modernidad muy adelantada a la de su época y su protagonista se convierte en inolvidable.

Una herencia propia

Solo un año separa la publicación de esta novela de otra, también vital para comprender su contexto: Una habitación propia de Virginia Woolf. Resuenan entre ambas mujeres no solo el deseo de huir del mundo masculino, también la noción de que para ser independiente de todo hombre era necesario hacerlo también económicamente.

Stephen Gordon recibe una herencia que le permite vivir de forma holgada, a la sombra de sus propios intereses. Pasada la infancia, el relato se va tornando en una historia donde la palabra libertad obtiene un significado mucho más radical que el de cualquier autor coetáneo habría podido manifestar.

Denuncias y escritores cobardes

Si Gordon consiguió escapar de ese mundo, Hall no tuvo la misma suerte. El 9 de noviembre de 1928 comenzó un juicio espoleado por el editor del Sunday Express, James Douglas, contra su libro por considerarlo "una afrenta contra la moral". La escritora trató de invocar a algunas de las principales figuras literarias del país en su defensa, algunas de las que aceptaron incluían a T. S. Elliot o E. M. Forster. Aunque la respuesta general, entre sus respetados colegas hombres, demostró la cobardía del gremio.

El 9 de noviembre de 1928 comenzó un juicio contra su libro por considerarlo "una afrenta contra la moral"

Un aluvión de excusas llegaron de mano de personalidades como el autor de La guerra de los mundos o La máquina del tiempo, H. G. Wells, más preocupado por viajes espaciotemporales que por los derechos de sus compañeras en el futuro más inmediato. Algunos como Rudyard Kipling, autor de El libro de la selva, ofrecieron su sapiencia en contra de Hall, para determinar que se trataba, a su juicio, de un ataque contra la decencia.

Kipling —quien nunca censuró las tropelías que la Inglaterra colonial hizo allá donde basó sus historias sobre selvas y lejanos países— fue usado por el Ministerio del Interior. Fue el único escritor que aceptó hablar a favor de la censura. La ignominiosa sentencia determinó que se debía cesar su distribución y destruir las copias.

El pozo de la soledad

El pozo de la soledad no llegó a las librerías de nuestro país hasta el año 2003. Joya de culto, olvidada y vapuleada durante décadas, a partir de los años 50 empezó a ponerse en distribución de nuevo. Solo en los años 60 llegó a vender un promedio de 100.000 copias al año. Hoy es la editorial Dos Bigotes la que nos acerca a este texto que cuenta con una nueva traducción de Gloria Fortún y las ilustraciones de Carla Berrocal.

Una edición que trata de hacer justicia sobre un texto que todavía nos resulta sorprendente. Entre la novela victoriana y los ecos de la literatura modernista de Joyce y Proust. Sobre hombros de gigantes, los de Radclyffe Hall incluidos, hoy completamos una pieza esencial de la literatura del siglo XX con esta reedición de El pozo de la soledad.

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