Ledicia Costas

Editorial: Destino

Año de publicación original: 2024

Dos mujeres gallegas están unidas en el espacio y en el tiempo. Nacieron con dos siglos de diferencia pero sus vidas se entrelazan. Una de ellas es Catalina, una aprendiz de bruja que sobrevive a la persecución en los últimos años de La Inquisición. La otra es Lola, una mujer contemporánea entrada en los cuarenta que se debate en una crisis existencial y de pareja.

La gran sorpresa de la novela es la manera en que las dos historias de la novela se trenzan

La gran sorpresa de la novela es la manera en la que estas dos historias se trenzan. Se divide en dos primeras partes diferenciadas y un tercer acto que hace de cuadratura del círculo. Tras esa primera parte que nos atrapa y nos lleva a los secretos de esa Galicia de leyenda con varias muertes y una trama trepidante, el fin de la primera parte nos deja un poco descolocados.

Ahí reside la grandeza de esta novela, en esa estructura que juega con nuestra expectativa. De repente, nos sitúa en el presente con una narradora que habla en primera persona y que nos hace buscar qué conexión tiene con la historia anterior. Ya hemos sido arrastrados a este universo mágico que nos ha hechizado por completo.

Puente con el pasado

Uno de los ejercicios más interesantes es la analogía entre pasado y presente. Las brujas siguen presentes hoy día. Podemos encontrarlas en consultas que suelen tener aparejado un cierto tabú. Pero imaginemos cómo era siglos atrás. La novela es un fiel acercamiento a la figura de estas mujeres hechiceras queridas y temidas a partes iguales.

Muchas veces eran la única esperanza de sanarse con médicos que podían encontrarse a varios días de caminata. Pero también su manejo de pócimas y ungüentos, así como el manejo de las llamadas 'artes oscuras', podía producir temor.

Hasta el final no descubriremos el potente cordón umbilical que alimenta este relato

La ficción nos introduce en un mundo místico de la mano de la aprendiz de bruja Catalina y su abuela, su mentora. Pero con la ingeniería de ese eje mágico de simetría literaria también a través de Lola, que presa del escepticismo se cierra en banda a acudir a la consulta de un vidente de los que hoy podemos encontrar ofertados en internet. Es una dicotomía interesante en la que la magia, contra todo pronóstico, se va abriendo camino.

El relato se edifica en esta estructura en la que siempre se está gestando algo. Precisamente, la maternidad es uno de los ingredientes principales de la fórmula literaria que como una potente poción nos mantiene embelesados en la historia. Y hasta el final no descubrimos ese potente cordón umbilical que alimenta el relato en ese viaje de ida y vuelta entre un pasado y futuro que se retroalimentan.

Un tributo a las brujas

Hay que destacar el trabajo de documentación llevado a cabo por la autora. Desde pócimas, hechizos y utilidad de hierbas diversas a una aproximación certera de lo que pudieron vivir muchas mujeres que fueron perseguidas siglos atrás. Podían ser acusadas de brujas por el simple hecho de ser pelirrojas. 50.000 mujeres en toda Europa murieron asesinadas por la Inquisición. Un auténtico genocidio.

En muchos momentos se puede dibujar en nuestras cabezas varios de los mensajes vistos en las manifestaciones del 8M

Volviendo al eje de simetría entre pasado y futuro es muy interesante imaginar esa trasposición de las brujas del pasado en las feministas de hoy. Al final, eran mujeres que se rebelaban por ser libres en un mundo dominado por los hombres y la moral religiosa.

En muchos momentos de la novela se puede dibujar en nuestras cabezas una pancarta que seguramente hayan visto en manifestaciones del 8M: "Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar". Un homenaje literario a esas mujeres que fueron pioneras en tejer lazos de sororidad y perseguidas por estar empoderadas.