R. F. Kuang
Traducción: Patricia Henríquez Espejo
Editorial: Hidra
Año de publicación editorial: 2025
La revista TIME ha incluido a R. F. Kuang en la lista de las figuras emergentes que prometen definir el futuro. Y no solo eso, porque la misma revista ha incluido también dos de sus libros entre las cien mejores novelas de fantasía de la historia.
Con semejante currículum hay que tener, como mínimo, los dos ojos puestos en esta joven autora. Tiene 29 años y está ya en la cúspide de la fantasía. Su precocidad brilla tanto como su talento porque empezó a escribir hace solo cinco años, con 24.
Sus dos primeras novelas están incluidas entre los mejores libros de fantasía de la historia según TIME
Ya fue autora superventas para el New York Times con La guerra de la amapola, su primer libro, que acabaría formando parte de una trilogía, y con el que acabó ganando los premios más prestigiosos del género: el Hugo y el Nébula.
Mientras tanto —porque parece que escribir novelas de más de 700 páginas no es suficiente—, continúa sus estudios en la prestigiosa universidad de Yale a la vez que Catábasis, su último trabajo, sale a la luz.
Catábasis
Es una palabra tan antigua como los mismos mitos de los que procede. En griego, designaba el acto de descender: Ulises hacia el Hades, Orfeo tras su amada, Danteen compañía de Virgilio... Descender para enfrentarse al dolor mismo. R. F. Kuang rescata ese término y lo transforma en el motor de su última novela.
'Catábasis' es un descenso al inframundo pero también a la maquinaria cruel de la universidad y al duelo por la pérdida
Aquí, la bajada a los infiernos no se emprende ni por amor ni por piedad, sino por una necesidad de autoafirmación de sus protagonistas, por obligación académica y por una ambición tan dañina como la pólvora.
Este viaje es, a la vez, literal y metafórico. Es un descenso al inframundo, sí, pero también a la maquinaria cruel de la universidad, al duelo por la pérdida y a las trampas de un sistema que recompensa el prestigio y el éxito más que la propia vida.
Las cortes del infierno
La trama de Catábasis arranca con Alice y Peter, dos estudiantes de Cambridge de postgrado en magia analítica —sí, porque el Cambridge de esta novela es como Hogwarts pero con una fantasía mucho más sobria—.
Deciden descender a los infiernos para rescatar el alma de su director de tesis. Una persona que, más que influirles, casi ha secuestrado su personalidad.
Los dos protagonistas deciden descender a los infiernos para rescatar el alma de su director de tesis
Es un gesto en apariencia heroico, aunque lo que enseguida descubrimos es que no están empujados por la lealtad. Lo que les mueve es la dependencia, el miedo a perder la validación de una figura de poder que los ha definido.
Una vez descendidos a los territorios del Rey Yuma, lo que nos plantea Kuang se construye con unas capas que se asemejan mucho al infierno de Dante, pero que se leen también como una especie de campus universitario retorcido, lleno de tribunales y burocracias donde cada corte funciona como una especie de versión grotesca de la vida académica.
Los orígenes
La idea de Catábasis nació de un cruce de experiencias vitales: el desgaste que sufrió Kuang durante la defensa de su propio doctorado, el peso de una enfermedad crónica de un ser querido y las largas noches de hospital que lo siguieron en las que la escritura se convirtió en una especie de exorcismo.
La idea de 'Catábasis' nació de un cruce de experiencias vitales
Escribir y describir un infierno dentro de ese contexto fue una manera de darle forma al dolor, pero también a la sensación de que el conocimiento puede convertirse en un mecanismo de castigo. A ello se sumó un miedo más íntimo. Desde niña, a Kuang le inquietaba la idea del paraíso eterno, sin cambio ni conflicto, una eternidad donde nada importa porque nada se pierde. El resultado de todo esto es un inframundo lleno de contradicciones, con unas reglas férreas y un precio inevitable.
Ese inframundo que ha creado la autora está poblado de almas en pena y de ecos literarios. Las ocho cortes del infierno se sitúan a caballo de Dante y La tierra baldía de T. S. Eliot, pero también apuntan a esa desnudez confesional de Sylvia Plath. Y como guinda una fina ironía que entronca con el mismo Borges. Kuang mezcla referencias sin pudor, construyendo un mosaico que va del mito clásico al guiño moderno.
Un inframundo desbordante
El paisaje que delpliega ante nuestra imaginación es memorable. Dunas que devoran, bestias hechas de tiza —ojito a su uso mágico— y hueso, bibliotecas punitivas que condenan a sus usuarios a una búsqueda eterna... Es un catálogo de imágenes que funcionan como espejos. Lo que de verdad está en juego no es qué monstruo o pecado capital nos espera en cada corte, sino qué culpa o ambición de los protagonistas será puesta a prueba. Hay que dejarlo claro: este libro no es un romantasy
Además, la magia es una pieza clave en todo el artificio que monta R. F. Kuang. Aquí no hay varitas, ni fórmulas ancestrales recitadas para detonar el hechizo. La escritora ha ideado un sistema basado en la lógica y en la paradoja, inspirado en conversaciones con filósofos y matemáticos. El resultado son conjuros que parecen problemas formales puestos al servicio de la narrativa. Es una magia que subraya una idea capital: el conocimiento, cuando se encierra en un sistema elitista, se convierte en una arma de exclusión.
Es un libro que no tiene como objetivo gustar a todos, sino obligar a entrar en un descenso incómodo
Leído hasta aquí, parece que estamos ante uno de los bombazos del año en el fantástico. Si bien hay que decir bien alto que esta novela es especial, no todo en Catábasis ha sido recibido con el mismo entusiasmo. Es cierto que está arrasando en redes sociales donde se resalta siempre su audacia y su ironía. Pero hay aristas a tener en cuenta, como capítulos donde la erudición pesa demasiado o personajes que se sienten más como vehículos de ideas que como seres de carne y hueso.
La novela, sin embargo, abraza esas tensiones porque es un libro que se nota deliberadamente que no tiene como objetivo gustar a todos, sino obligar a entrar en un descenso incómodo.
Retratando el hoy
Catábasis no es una epopeya escapista ni un libro de esos para acurrucarte en el sofá tapadito con una manta y disfrutar de su viaje. Es, más bien, un espejo que se deforma y que se atreve a dialogar con los clásicos de la bajada al inframundo para devolvernos un retrato feroz de nuestro tiempo.
A saber: universidades que se convierten en infiernos burocráticos, duelos que nos rompen, ambiciones que nos atan y que enganchan a miles de lectores y a millones de potenciales espectadores. Prime Video ya se ha fijado en ella. De hecho, tiene tanta fe en que va a ser un exitazo que compró sus derechos televisivos antes siquiera de que el libro llegase a las tiendas.
Amazon le tiene tanta fe a la novela que compró sus derechos antes siquiera de que llegase a las tiendas
Kuang nos demuestra que la catábasis no es un mito antiguo, sino un gesto actual. Seguimos bajando, seguimos enfrentando lo peor de nosotros mismos. Y, como siempre, lo importante no es lo que encontramos al fondo, sino lo que somos capaces de traernos de vuelta.
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