Autores: José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell

Editorial: Crítica

Año de publicación original: 2023

Cuando hablamos de Atapuerca todos asumimos que estamos poniendo sobre la mesa uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de todo el mundo. Un lugar al que expertos y aficionados peregrinan para ver de cerca el lugar en el que se descubrió una nueva especie de homínido, el Homo antecessor.

Pero no toda su andadura fue sencilla y costó, y mucho, convencer a las diferentes instituciones de la importancia de aquel enclave. Un valor que los autores del libro detectaron enseguida. Tanto el arqueólogo Eudald Carbonell como el paleontólogo José María Bermúdez de Castro fueron de los primeros en llegar a Atapuerca cuando comenzaron las excavaciones.

Los difíciles comienzos

Fue en 1976 cuando el paleontólogo Emiliano Aguirre decidió excavar la Sima de los Huesos, una sala al fondo de un pozo de 14 metros en la Sierra de Atapuerca, un lugar conocido desde el siglo XIX por su riqueza en huesos y fósiles. Desde ese año comienza a realizar excavaciones anuales, cada verano, para ampliar el yacimiento.

Uno de los primero arqueólogos que llega al yacimiento, al año siguiente, es Eudald Carbonell, atraído por los incipientes descubrimientos de Aguirre. Rápidamente los dos empiezan a dirigir las campañas de excavación, intuyendo que aquella sierra burgalesa esconde grandes secretos de la humanidad.

Aquellos primeros años se recuerdan con romanticismo pero sin perder de vista los problemas con los que tuvieron que lidiar

En el verano de 1983, un joven estudiante de doctorado llamadoJosé María Bermúdez de Castro se presenta en la excavación de aquel año. Es su primera vez en un yacimiento, pero rápidamente sus habilidades y conocimientos le otorgan un papel clave en el proyecto.

Aquellos años se recuerdan, por Carbonell y Bermúdez de Castro, con romanticismo pero sin perder de vista los problemas con los que tuvieron que lidiar. Empezando por alojamientos masificados en las casas del pueblo más cercano, Ibeas de Juarros, con duchas de tres minutos para no malgastar el gas butano que calentaba el agua.

Y continuando por los destrozos que sufría el yacimiento a lo largo de los inviernos por culpa de personas ajenas al mismo, que desconocían de su importancia y llegaron a usarlo como campo de pruebas de explosivos. Mucho hubo que apretar a las instituciones para protegerlo, financiar las excavaciones y potenciar su valor.

Testigos de primera mano

Precisamente por eso, por los narradores con los que cuenta este Homo antecessor, este libro es tan importante. Porque Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro estuvieron allí cuando Atapuerca no era más que una intuición. Y son ellos, provistos de sus recuerdos y de las fotografías que hizo en los primeros años Bermúdez de Castro, quienes cuentan una historia que conocen perfectamente. Y lo hacen con la naturalidad del que habla de su propia vida, sin alardes narrativos ni trucos en el discurso.

Es su sencillez la que hace empatizar al lector con la ilusión infantil que vivieron cuando, en 1994 encontraron los primeros restos de una nueva especie, dos piezas dentales. Y es contagiosa cómo su esperanza se convierte en creencia y su creencia en confianza, al desarrollar la teoría del Homo antecessor. Y casi llegamos a las lágrimas junto a ellos cuando sus ideas se convierten en una publicación en la prestigiosa revista Science y la teoría se hace internacional.

Aprender y conocer

En definitiva, es Homo antecessor un libro perfecto para aprender y conocer. Porque leyéndolo conocemos el camino que ha recorrido el yacimiento de Atapuerca hasta convertirse en epicentro de la evolución de la especia humana. Y porque, además, en sus páginas hay datos suficientes para aprender nociones básicas de arqueología, paleontología y prehistoria, lo que lo hace tremendamente interesante.

Los científicos españoles han modificado las líneas básicas de la evolución gracias a su talento y a su perseverancia

Los científicos españoles se han convertido en referentes mundiales con la explotación y la interpretación de los datos que han obtenido en el yacimiento de Atapuerca. Han modificado las líneas básicas de la evolución gracias a su talento y a su perseverancia. Sus lápices han sido capaces de dibujar gran parte del camino que hemos recorrido como especie en los últimos cientos de miles de años. Ellos son solo humanos. Esta es su historia.