Miguel Ángel Noceda
Editorial: Debate
Año de publicación original: 2025
Por Fernando G. Urbaneja
Este libro supone el desenlace lógico de un trabajo profesional de observación, de acumulación de datos y experiencias de un periodista que durante los últimos cincuenta años ha seguido las peripecias de la economía española y de sus empresas.
Primero fue un seguimiento cotidiano de trayectorias empresariales, luego una serie de reportajes de 600 palabras sobre casos concretos defracasos empresariales notorios que ocuparon espacio en los medios, produjeron escándalo y controversia, incluido recorrido por los tribunales y, finalmente, un libro que lo sintetiza todo y cuya lectura abruma por su contundencia.
Origen del fiasco
La serie de fracasos empresariales publicada en el diario El País durante el verano de 2021 (para rellenar páginas de agosto) "tenía desarrollo", como acertadamente le advirtió al autor el economista Emilio Ontiveros. Y ese "desarrollo" ha consumido cinco años de trabajo de investigación del periodista, que ha rastreado los antecedentes, las causas y el desenlace de lo que acertadamente ha llamado Fiascos S.A. El significado de la voz "fiasco" no es otro que el de fracaso, es decir, resultado adverso de algo que se esperaba sucediera bien.
La contraportada del libro acota y precisa el alcance del fiasco con un aspecto adicional: "corrupción", que me parece oportuno y clarificador porque el fracaso tiene diversas causas, pero en los casos que nos ocupan todos tienen un tufo de abuso, de aprovechamiento y ventajismo, de forzar los límites y de burlar y rebasar el marco legal.
La relación de los catorce fiascos seleccionados abruma y llevan a pensar: ¡que banda de personajes nefastos ha jalonado nuestra reciente historia!
Noceda relata catorce casos. Son todos los que están y no están todos los que son, tal como apunta en el último capítulo, señalando seis historias de otros fracasos empresariales durante el período que bien podían haber merecido aparecer con su capítulo concreto y detallado. Y se me ocurre algún otro con (de)méritos suficientes para figurar en este cuadro de horror.
Decía que la relación de los catorce fiascos seleccionados y relatados por Noceda abruma cuando leídos uno tras otro llevan a pensar ¡que banda de personajes nefastos ha jalonado nuestra reciente historia! Se me ocurría leyendo el libro un trabajo de investigación para tratar de cuantificar cuánto ha costado en términos de PIB —de riqueza— a España tanto desastre provocado por la pésima gestión de una serie de personajes que se las dieron de triunfadores envidiables y admirables pero que concluyeron en desastre.
Mala gestión
En estas historias, nada era inevitable: se llegó demasiado lejos y todo podría haberse evitado o controlado si los sistemas de supervisión, por rudimentarios que fueran, hubieran funcionado.
En todos los casos falló la función de vigilancia que las instituciones públicas tienen encomendada. En unos casos la Agencia Tributaria o la Seguridad Social no exigieron el cumplimiento de las normas —en el caso de Rumasa es evidente—. En otros la tolerancia o la complicidad de las administraciones locales propició crecimientos desmesurados, en muchos casos alentados por entidades financieras desaprensivas que provocaron el fracaso.
Falta de control
En todos los casos, además de mala gestión, se nota la complicidad o la tolerancia de los poderes públicos tanto en el desarrollo del fiasco como en su enjuiciamiento posterior. La celeridad de los tribunales para exigir responsabilidades brilló por su ausencia; las causas se eternizaron, las barreras procesales retrasaron el enjuiciamiento renunciando a la función preventiva y desalentadora de conductas futuras semejantes.
Además de mala gestión se nota la complicidad o la tolerancia de los poderes públicos tanto en desarrollo del fiasco como en su enjuiciamiento posterior
Lo cual me lleva a otra conclusión inevitable tras la lectura del abrumador libro de Noceda. ¿Estamos ante casos del pasado que han propiciado aprendizaje suficiente para evitar fiascos futuros? ¿Tendremos otro Noceda dentro de una generación que vuelva a relatar otros tantos casos de fiascos empresariales semejantes que se están gestando delante de nuestras narices en estos momentos?
No me atrevo a decir que hemos aprendido, que las instituciones y mecanismos de control están hoy suficientemente entrenados y capacitados que evitar fiascos o, al menos, para pararles a tiempo. Desde luego existen instituciones preparadas, pero también habilidades crecientes de los desaprensivos para burlarlas y doblegarlas.
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