Gueorgui Gospodínov
Traductora: María Vútova
Editorial: Impedimenta
Año de publicación original: 2024
Hace unos meses leí un libro original y divertido. Se llamaba El hombre que vendía comienzos de novela, del dramaturgo y novelista rumano Matei Visniec. En ella se hablaba de una organización secreta encargada de darles, a algunos novelistas históricos, una frase con la que empezar una novela. Un embrión en el que enhebrar todo un clásico de la literatura. Así, Camus o Kafkason algunos de los autores agraciados con una frase inolvidable.
Bien, parece que esa organización secreta ha vuelto a actuar. Y han visitado al búlgaro Gueorgui Gospodínov.
"Mi padre era jardinero. Ahora es jardín". Asume todo lo que hay dentro de esa frase y comprueba cómo se erige un libro descomunal
Y es que se hace difícil no comenzar una reseña de este libro hablando de su primera frase. Dos frases, en realidad. Las siete primeras palabras, que condensan todo el contenido de un libro lleno de emociones y sentimientos. Siete palabras para hablar del pasado infinito, de un amor fraternal, y de un presente oscuro y a la vez tranquilo. Ahí van:
"Mi padre era jardinero. Ahora es jardín".
Ya está. Asume todo lo que hay ahí dentro. Asúmelo. Y después, sobre esa base, comprueba cómo se erige un libro descomunal. Un poderoso artefacto tan íntimo como universal, tan sencillo como efectivo. Un clavo inmejorable en el que colgar el peso de toda una vida, de todo lo que supone ser padre y ser hijo.
Gospodínov, anfitrión de su propia vida
¿Y cómo lo hace Gospodínov? Como mejor puede, como mejor sabe. Con honestidad y sencillez. Relatando en paralelo sus recuerdos de infancia con su padre; los días de la enfermedad, cuando aquel jardinero fuerte se convirtió en un anciano vulnerable; la muerte, en su más amplia expresión y todo lo que quedó tras la ausencia.
Todos sufrimos, tenemos sueños, ilusiones y frustraciones, y cargamos con el duelo de nuestros seres queridos como podemos
En capítulos breves y sin orden cronológico, combinando las emociones para hacerlas soportables. Cuando el peso del relato se hace complicado de llevar sobre los hombros anímicos del compungido lector, Gospodínov lo hace explícito, habla de ello y decide cambiar el tono. Viaja entonces al pasado, a los recuerdos de ese padre altísimo, comprometido con su comunidad, referente.
Así, el autor te lleva por su vida como si de una casa se tratase. Enseñándote las partes más bonitas y las menos llamativas. Prestándote su sofá cuando la visita cansa y sacándote al jardín para estirar las piernas. Porque así es una vida. Es bonita y a veces fea. Es divertida y en ocasiones cuesta llevarla a cuestas. Y todos, también los escritores de éxito internacional, sufrimos, tenemos sueños, ilusiones y frustraciones, y cargamos con el duelo de nuestros seres queridos como buenamente podemos.
Imposible salir indemne de este libro
El jardinero y la muertees un libro que me ha hecho sonreír y me ha hecho llorar. Hay pasajes que me han torcido el alma, obligándome a cerrar el libro en una mueca de dolor compungido. Y hay otros que me han hecho mirar al cielo para disfrutar de la belleza que tenemos todos constantemente a nuestro alrededor.
Gospodínov demuestra que lo único que le sirve a un hijo cuando su padre fallece son sus recuerdos
Y es curioso pero, como hijo huérfano de un padre que se fue demasiado pronto, este libro me ha afectado desde su personalísima historia en dos direcciones. La más obvia, recordándome a mi propio padre, las imágenes que guardo de los dos juntos, nuestros recuerdos compartidos, quizá la única y perfecta forma de inmortalidad.
Pero también me ha afectado como padre. ¿Estaré haciendo lo necesario como para pasar tiempo de calidad con mis hijos? ¿Estaré creando los suficientes momentos especiales? Porque al final, Gospodínov lo demuestra, cuando te vas, lo único que les dejas a tus hijos realmente no son propiedades, ni conocimientos, ni patrimonio. Lo único que le sirve a un hijo cuando su padre fallece son sus recuerdos.
¿Un futuro Nobel de Literatura?
Hay quien empieza a hacer sonar el nombre de Gueorgui Gospodínov como aspirante al premio Nobel de literatura. Su anterior novela, Las tempestálidas, fue galardonada con el premio Booker Internacional y el Strega Internacional, dos de los premios literarios más respetados de Europa.
Este 'El jardinero y la muerte' es un paso de gigante de Gospodínov hacia los más altos laureles de la literatura
Su producción poética y teatral también ha recibido múltiples premios y ha firmado incluso ensayos y el guion de alguna que otra novela gráfica. Todo ello son motivos de sobra como para que la Academia sueca tenga en cuenta su nombre. Y aunque sus 57 años puedan presentarle como un candidato demasiado joven, el premio de 2024 entregado a la surcoreana Han Kang a sus 53 años, convierten a Gospodínov en un nombre con bastantes posibilidades.
Este El jardinero y la muerte es un paso de gigante hacia los más altos laureles de la literatura. Una demostración de talento, tacto, sensibilidad y dulzura en el relato demoledor de la muerte de un padre. Es imposible hacer una obra más bonita con un contenido más triste.
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