Emilio Bueso

Editorial: Ediciones B

Año de publicación original: 2024

Una finca abandonada en un cenagal de la huerta valenciana se convierte en un pasaje de ida hacia una vida distinta para Claudia, una ingeniera agrónoma deseosa de escapar de Madrid.

En las marismas, los fuegos fatuos iluminan los lodos en las noches pantanosas y dejan ver un oscuro secreto que terminará por poblar sus peores pesadillas. Los días se escurren entre sulfatos, tomateras y las escasas amistades que aquel lugar inhóspito puede arrojar a sus pocos vecinos. El destino perfecto para recuperarse de sus adicciones y de una dolorosa ruptura.

Emilio Bueso condensa lo mejor del género de terror en su última novela

Cuando el agua asciende inunda los campos que rodean una casa destartalada en medio del campo. La protagonista de Naturaleza muerta se refugia entre sus muros, cuida del huerto y de un ejército de gatos que constituyen su única compañía. A medida que su vida se va mezclando con las aguas ponzoñosas de la ciénaga, algo más irá surgiendo para mostrar sus fauces.

Emilio Bueso condensa lo mejor del género de terror en su última novela. Una historia que va desde el terror más mundano, aquel que nos acecha cuando cerramos los ojos, hasta el que se presenta en nuestras pesadillas más vívidas y reales. Un libro escrito con el pulso firme de quien no titubea a la hora de mostrarse crudo y cruel.

Un secreto entre las aguas

Claudia se hará a la vida en el pantano, los insectos y conversaciones con su gato, Mao. Mientras que el felino trata de advertirla sobre los peligros que surcan aquellas tierras por las noches, su protagonista se enfrentará a otros enemigos, los de su propia mente. Sin medicación antipsicótica ni antidepresivos, los días irán adquiriendo el color extraño de las luces que por la noche aparecen sobre las aguas.

Entre la curiosidad y la superstición, Claudia se irá sumergiendo cada vez más al fondo de los misterios que esconde aquel lugar extraño

Los fuegos fatuos se corresponden con las peligrosas concentraciones de metano que los terrenos contienen en su interior. Pero allí donde la vida convive con la putrefacción que arroja peligrosos gases al aire, algo más pugna por surgir entre la muerte. El antiguo propietario murió en extrañas circunstancias. De su presencia allí solo quedan las herramientas abandonadas, entre ellas, la misma escopeta que le arrebató la vida.

También quedan los restos de extraños ritos relacionados con la mitología rusa, textos en cirílico y espantapájaros rematados con los cráneos de animales. Entre la curiosidad y la superstición, Claudia se irá sumergiendo cada vez más al fondo de los misterios que esconde aquel lugar extraño.

Crudo y pantanoso

Emilio Bueso lleva un largo camino recorrido en los márgenes de la literatura de nuestro país. No en vano, es uno de los nombres clave de lo que se ha venido a llamar la ficción especulativa. Un género que consiste en toda aquella ficción que se salta de alguna manera los límites de la realidad. Porque sus novelas pueden ir desde la ciencia ficción a la fantasía pasando, varias veces, por el terror.

Y en este mundo ha demostrado tener mucho talento. Porque a pesar de que se inspira en imágenes icónicas de historias clásicas, su desarrollo es mucho más complejo, evitando la obviedad y el susto fácil. En Naturaleza muerta, su debut con una gran editorial, sus monstruos del pantano son muy distintos a los que salían en las películas de serie B de los años 50.

Bueso avisa: somos más vulnerables al terror cuanto más heridos estamos en nuestro interior

Sus personajes respiran el mismo aire que nosotros, viciados por la necesidad de escapismo y los problemas personales y el trabajo. Bueso avisa: somos más vulnerables al terror cuanto más heridos estamos en nuestro interior.

Así va construyendo una historia donde los capítulos vienen precedidos de pequeños resúmenes. Textos macabros que juegan con la propia imaginación del lector. Como un niño asustado a medianoche, confundiendo el montón de ropa sobre la silla con una terrible criatura a punto de devorarle.

Con la salvedad de que, a veces, los seres más terribles se lanzan sobre nosotros aprovechando la apariencia de lo que escupe nuestra propia imaginación.