Davi Kopenawa y Bruce Albert

Editorial: Capitán Swing

Fecha de publicación original: 2010

En 1968 los yanomami saltaron a todas las librerías del mundo, se convirtieron en un objeto de fascinación que atrajo a millones de lectores con la aparición de Yanomamö: La última gran tribu. La obra del antropólogo estadounidense Napoleon A Chagnon hizo ceder la distancia que había mantenido a la tribu, recluida en un territorio inmenso entre Brasil y Venezuela, donde vivieron en paz hasta la llegada de los blancos.

Como portavoz de los yanomami, Kopenawa ha estado en la ONU, ha conocido al rey Carlos de Inglaterra y ha impartido charlas en universidades

Cuando otro etnólogo, Bruce Albert, se planteó el proyecto de escribir un nuevo libro sobre la tribu, la situación de sus habitantes había cambiado drásticamente desde aquella célebre investigación. Davi Kopenawa, su líder chamánico, se había convertido en la última década en el portavoz en todo el mundo de una causa que le había llevada a la ONU, a conocer al rey Carlos de Inglaterra y a impartir charlas por universidades de todo el planeta.

Allí hablaba de los problemas a los que se enfrentaban los yanomami: desde los garimpeiros, buscadores de oro que llegaban por miles a sus bosques, hasta la deforestación masiva que está destruyendo la flora y la fauna. Pero también de su sabiduría, sus ancestros y sus costumbres, las mismas que peligraban con cada claro amarillento que se abría entre los árboles a los intereses del capitalismo.

Sueños y presagios

Albert pasó los años siguientes recopilando las enseñanzas de Davi, transcribiendo atentamente lo que él le explicaba sobre su propia tierra, horadada y herida por el avance de una maquinaria sangrienta. Ahora la editorial Capitán Swing edita en nuestros país La caída del cielo, palabras de un chamán yanomami, con la oportunidad de sumergirnos en la historia de una tribu fascinante, y sobre todo, de un mensaje cargado de urgencia. Un enlace directo con un mundo en desaparición, que interpela directamente al lector sobre la importancia de los sueños, del respeto por la naturaleza y del peligro que conllevaría borrar su cultura de la faz del Amazonas. Pero que sobre todo pone sobre la mesa la masacre que su pueblo viene sufriendo desde hace décadas por las grandes corporaciones que ven en sus bosques una fuente de recursos por explotar.

Kopenawa va dejando visos de una cultura con una cosmología riquísima, que a través de la naturaleza es capaz de interpretar nuestro mundo

Los chamanes yanomami le dan una gran importancia a los sueños. A través de ellos son capaces de interpretar el futuro, de recibir mensajes de los espíritus que no siempre dibujan un futuro halagüeños. Claude Lévi-Strauss trató en profundidad la cicatriz que los buscadores de oro habían dejado en la región del Mato Groso brasileño en los primeros compases del siglo XX. Con la llegada de las multinacionales madereras y la posibilidad de obtener oro de los tupidos bosques que median entre Brasil y Venezuela, el hogar de los yanomami se fue llenando de foráneos ansiosos de riquezas. Solo ellos, armados con flechas y lanzas, podían hacer que los extranjeros volviesen a su hogar y dejasen en paz el suyo.

La violencia del hombre blanco se ejercía a diario, no solo la física contra los indígenas, también con las enfermedades que arrastraban desde la ciudad y que diezmaron su población. A través de las historias de Omama, el creador de todos los yanommai, Kopenawa va dejando visos de una cultura con una cosmología riquísima, que a través de la naturaleza es capaz de interpretar nuestro mundo y quizás cambiarlo.

Una llamada de atención

"Vosotros no me conocéis, vivís en una tierra lejana. Por eso quiero que conozcáis lo que los ancianos me enseñaron", explica el chamán sobre un relato que nos dirige directamente a nosotros. Solo nos pide el respeto y la atención para quien se comunica a través de un lenguaje ancestral. Su relato se divide en tres partes: la primera se centra en su vocación chamánica, una larga iniciación en la que tuvo que aprender los rituales y creencias de su pueblo. Un saber que los yanomami han conservado mediante una tradición oral antiquísima, trasmitida de generación en generación.

Kopenawa reflexiona sobre una profecía que, en forma de sueño, se le apareció a su líder y que anunciaba una catástrofe climática

La segunda se ocupa del encuentro entre su pueblo y el hombre blanco, las comisiones gubernamentales enviadas a su territorio, el principio del fin con la construcción de una carretera transamazónica Perimetral Norte que en los años 70 terminó de sentenciarles. En este tiempo, el propio Davi tuvo que ser escondido del "hombre blanco" por su propia madre dentro de un cesto. A medida que pasaron los años, los encuentros fueron más frecuentes y Davi se encargó personalmente en muchos de ellos de mediar con quienes no eran capaces de escuchar con la atención y la paciencia de quienes estaban allí desde mucho antes.

Finalmente, recompone la masacre de los suyos en el último tramo de La caída del cielo. Los viajes emprendidos a Estados Unidos y Europa en busca de soluciones. Kopenawa reflexiona sobre una profecía que, en forma de sueño, se le apareció a su líder y que anunciaba una catástrofe climática como la que muchos expertos ya vienen anunciando desde hace años. La desaparición de los chamanes viene seguida para su líder de la desaparición de un bien mucho mayor que el que cualquier activo económico: la historia y la naturaleza de la que se nutren todos los pueblos de la Tierra.

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