María Larrea

Editorial: Alianza

Año de publicación original: 2022

Traductora: Alicia Martorell

Hay libros capaces de cambiar vidas y este es un claro ejemplo. Es imposible no empatizar con el desmoronamiento que sufre la autora, ese efecto dominó que provoca su hallazgo. En una tirada de cartas del tarot estas palabras provocan un terremoto irreversible: "Tu madre te oculta cosas sobre tu nacimiento, María. Habla con ella lo antes posible". Con todos los estratos de su psique zozobrando nos lleva de la mano en un desgarrado viaje en busca de su identidad.

Cada palabra abre un sendero por el que la autora avanza a oscuras. Y sus páginas van proyectando los secretos de su linaje

Y ya lo advertía la escritora: "La escritura tiene esa virtud insospechada de provocar reacciones en la realidad". Cada palabra abre un sendero por el que la autora avanza a oscuras. Y sus páginas van proyectando los secretos de su linaje, como esos libros infantiles que al abrirlos despliegan complejas formas y estructuras ante nuestros ojos.

Es una literatura cinematográfica también. Su vida proyectada desde la óptica de la ficción casi a 24 fotogramas por segundo. Hay un pasaje escrito en forma de guion, porque sí, María Larrea es también cineasta. Y su prosa evoca al séptimo arte. Prueba de ello es que en uno de los momentos de más dramatismo tragicómico incluye un "Casi pude escuchar a Almodóvar gritando: ¡corten!".

El viaje a sus raíces

La novela comienza con una revisión de todas las piezas de su puzle familiar, con una meticulosa observación e introspección hacia su ascendencia. El libro es un jardín, una tierra fértil en la que ha enraizado una genealogía compleja. Las ramas se entrecruzan como en un manglar, pero hay una constante que da pistas como la concha de Vieira en el Camino de Santiago: Bilbao.

El libro es un jardín, una tierra fértil en la que ha enraizado una genealogía compleja

Las respuestas a sus grandes incógnitas tienen acento vasco a pesar de haberse criado en París. Quizá era esa la única certeza sobre sus raíces, había nacido en Bilbao, y su padre se había esforzado porque lo sintiera como su patria: "Quería incrustar en mi cerebro el orgullo de la pertenencia. Eres vasca, no eres española".

El camino hacia la verdad de María Larrea resulta como esas carreteras serpenteantes, repletas de curvas, pero con vistas privilegiadas. Incómoda de conducir y repleta de belleza en el horizonte al mismo tiempo. Abarca importantes reflexiones sobre cómo se vivencia la adopción y cómo se integra desde la edad adulta cuando descubres que tu vida no es como te la habían contado. Es muy interesante. además. cómo indaga en lo que suponía ser mujer en pleno franquismo en diferentes momentos históricos. Y es difícil salir indemne de la lectura.

Víctima de una adopción ilegal

Transitando en tono detectivesco por complejas investigaciones, con pruebas de ADN incluidas, a María se le abren esas complejas ramificaciones de su ascendencia. Pasa de sentirse huérfana de certezas a descubrir que, en realidad, es hija de tres mujeres: su madre adoptiva, su madre biológica y su madre de leche, esa mujer que la amamantó tras nacer y que siempre se preguntó qué habría sido de ese bebé.

La novela es como un parto, y la autora es como la matrona de su propia verdad

Cuando la escritora descubre que fue víctima de una adopción ilegal toca nuestra fibra sensible con una crudeza que permea la ficción. El dolor es tal que llega a afectar a la narradora en el embarazo de su segundo hijo. Y consigue que su dolor nos duela también, hasta liberarnos.

Este libro es como un parto, y la autora es como la matrona de su propia verdad. Tras un complejo proceso de alumbramiento, su literatura es el fruto de su vientre, su identidad. "Seré lo que quiera ser, seré novelista, seré lo que escriba, escribiré lo que era". María Larrea nace o renace en esta novela, corta el cordón umbilical de muchas deudas que le constriñen y se abraza al libre albedrío de aceptar su presente, pasado y futuro.

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