
Clare Leslie Hall
Traductora: Lara Agnelli
Editorial: Planeta
Año de publicación original: 2025
Una mujer con una vida de trabajo en el campo abre la puerta de su casa y ve como un perro se abalanza sobre sus ovejas. Mata a dos. Pero el perro ya no matará más. Un disparo y cae fulminado. Tras el cánido aparece un niño y después, su padre. Un hombre que creyó enterrado en su memoria desde hacía mucho. Desenterrarlo ahora supondrá un tsunami en la vida de toda su familia.
Hall construye una trama donde la vida cotidiana se carga de una tensión casi invisible
Así arranca La tierra herida, la primera novela de Clare Leslie Hall. Es un relato sobre la culpa, el deseo y la forma en que el pasado se enquista en el suelo que pisamos. Lo que parece, en principio, una historia de reencuentros se convierte, poco a poco en una excavación: bajo cada gesto, un secreto; baja cada secreto, una herida insondable.
Un viejo amor
La historia se sitúa en una pequeña comunidad rural donde el regreso de Gabriel remueve el presente de Beth y Frank, un matrimonio aparentemente estable que vive anclado en una rutina tranquila marcada por la dramática pérdida de su hijo unos años atrás. Desde ese punto de partida, Hall construye una trama donde la vida cotidiana se carga de una tensión casi invisible.
No estamos ante un gran misterio en el sentido clásico del concepto. La intriga surge de lo que no se dice, de los silencios. El paisaje no es el escenario, sino la memoria compartida de todos ellos.
Lo rural
Clare Leslie Hall escribe como se piensa o como se habla. No hay florituras. Aquí no son necesarias. Su mirada es precisa y contenida. Y tiene una sensibilidad muy particular para convertir lo rural en casi algo simbólico.
Se tarda muy poco en pasar de estar leyendo el libro a estar viviéndolo
Su prosa es seca, luminosa, atenta a los detalles. De hecho, se tarda muy poco en pasar de estar leyendo el libro a estar viviéndolo. Hay pasajes en los que uno siente que el campo respira con los personajes, que el pub del pueblo, la granja de Beth y Frank o la mansión de Gabriel guardan tanto rencor como ellos.
Ese modo de fundir emoción y entorno recuerda, por momentos, a Sarah Winman o Claire Fuller, pero la voz de Hall es más sobria, más inglesa en su templanza. Es como si cada escena no estuviera escrita. Está tallada para decir lo justo, para insinuar el temblor sin mostrarlo del todo.
Las emociones
En varias entrevistas con The Guardian o BBC Radio tras la publicación del libro, Hall ha contado que la semilla de su primera novela surgió de "un instante de horror" que presenció en su adolescencia.
La tierra herida es también una historia sobre lo que el amor deja tras de sí
Un accidente rural que le dejó una pregunta en el inconsciente: ¿Cómo convive una comunidad cuando tiene que compartir una culpa? "Quería escribir sobre cómo un hecho pequeño puede fracturar un lugar entero".
La tierra herida es también una historia sobre lo que el amor deja tras de sí. Hall no idealiza a sus personajes ni les concede un lenguaje elevado. Sus diálogos son breves, domésticos, llenos de frases incompletas. Lo que importa no es lo que dicen sino lo que callan. Y en ese terreno —el de las emociones que no encuentran salida— la autora demuestra una inteligencia emocional muy poco común.
Los sentimientos se filtran por gestos. Una mano que duda, un silencio en mitad de una cena. Una visita a un árbol donde una vida se truncó antes de tiempo. Todo sucede en voz baja, pero con un peso que se te queda dentro.
El juicio
A medida que vas devorando las páginas de la novela, el relato se va abriendo a un registro mucho más incómodo y oscuro. Un hecho trágico —narrado con una sobriedad incómoda— desencadena una investigación y un juicio que funcionan como espejo moral de la comunidad.
Hay momentos en los que la autora deja que la naturaleza diga lo que los personajes no pueden
Hall maneja aquí con destreza el ritmo y la ambigüedad: nunca ofrece certezas sencillas ni en lo legal ni en lo emocional. Ella no quería escribir "una historia sobre la justicia", sino sobre "lo que hacemos para seguir viviendo después de que algo se rompe".
Hay momentos que se te quedan marcados, sobre todo cuando la autora deja que la naturaleza diga lo que los personajes no pueden. Un ejemplo: la escena en la que Beth sale a caminar al amanecer, tras el juicio, y el campo entero parece mirarla: "Nada había cambiado, y sin embargo todo era distinto". En esta mínima frase cabe todo el libro. Lo rural, lo íntimo, lo irreparable.
Debut soñado
Y tras todo lo dicho, quedan los datos. El éxito de La tierra herida está siendo fulgurante. Ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha pasado por el Club de Lectura de la actriz Reese Witherspoon —con la notoriedad que eso supone—. Es más, la propia actriz, a través de su productora Hello Sunshine compró los derechos para hacer una adaptación cinematográfica antes incluso de que la novela llegara a publicarse.
Ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha pasado por el Club de Lectura de la actriz Reese Witherspoon
Hall, sorprendida por el fenómeno, lo atribuye al "hambre de historias que tratan lo cotidiano como si importara tanto como lo épico". Quizá ahí resida la clave de su magnetismo: en la forma en que convierte la vida corriente —una granja, un matrimonio, un regreso— en una tragedia silenciosa y universal.
La tierra herida se queda contigo. Habla de lo que persiste cuando el amor y la verdad se agotan, de lo que se pudre bajo el suelo pero sigue dando fruto. Hall no crea héroes ni víctimas. Escribe sobre la gente corriente y la geografía emocional que los sostiene. Y cuando cierras el libro, tienes la sensación de que la tierra sigue respirando, con su herida abierta.
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