Es el primer día de otoño en la ciudad, de otoño real. Camisa, jersey, abrigo... varias capas son necesarias para echarse a la calle y transitar por un Madrid cubierto de niebla y frío. Tras coger el transporte público —y saber lo que siente una sardina cuando la enlatan— he llegado a las oficinas donde tendrá lugar la entrevista con la escritora y periodista Nuria Labari.

Al presentarnos me fijo en que lleva los labios pintados de rojo y eso me hace pensar en todos los gestos sumamente pequeños y cotidianos con los que mostramos resistencia cuando amanece un día de otoño real. La amiga que me dejó, su último libro, es uno de esos gestos: literatura a la que aferrarse cuando la vida te pone niebla y frío en el camino. Un breve ensayo sobre lo que supone el duelo y el fin de una amistad.

Algo imposible

"Una amiga es eso, una red extendida a un milímetro de la tierra seca: un milagro", escribe Labari. ¿Qué hacemos cuando ese milagro llega a su fin? ¿Cómo reacciona la sociedad ante el duelo por una amistad? ¿Cómo sobrevivimos al fin de algo que forma parte de nuestro ser? Estas y otras preguntas intenta responder Labari en un libro que nace de una experiencia personal.

"Me di cuenta de que había literatura sobre las amistades, pero muy poco conectada con la emoción, demasiado racional"

"El libro surgió buscando el libro que me gustaría leer. Me di cuenta de que había literatura sobre las amistades, pero muy poco conectada con la emoción, demasiado racional. Y yo necesitaba otra forma de contarnos" asegura la escritora.

En esta otra forma de contarnos, vislumbramos una literatura del duelo amistoso a la que quizás nunca nos habíamos asomado: una en la que la experiencia personal va ligada a la reconfiguración de las relaciones amorosas —fruto del pensamiento feminista del último cuarto de siglo—, pero a la cual nos hemos asomado tan solo desde la teoría y poco desde la práctica.

Algo peor

El abismo y la soledad a los que se enfrenta Labari tras la ruptura con su amiga son el eje estructural del libro y, según avanza su lectura, contemplamos cómo existe una falta de espacio real para hablar de ello en la sociedad. "Yo me encontraba arrasada, había tenido una relación de amistad de 20 años y estaba sin suelo: la falta de espacio era casi absoluta. El fin de las relaciones amorosas pueden ocupar el centro de cualquier conversación, pero cuando esto te sucede con una amiga esa conversación ni siquiera existe. No somos capaces de construir un relato sobre lo sucedido porque no contamos con el suficiente lenguaje para hablar de ello", afirma Labari.

"El fin de las relaciones amorosas pueden ocupar cualquier conversación, pero con la amistad esa conversación no existe"

A esta falta de lenguaje se le suma la pregunta que surge tras cualquier separación: por qué. En La amiga que me dejó Labari refleja muy bien esta atmósfera de la incógnita a la que suma la problemática de los sentimientos de traición o abandono. "En el rol de lo femenino cargamos mucho con el cuidado de los vínculos, con los nuestros propios y con los de los demás. Somos muy guardianas de ellos y cuando estamos frente a otra guardiana podemos llegar a pensar: tú no puedes no hacerlo", reflexiona la escritora.

Algo mejor

Esta novela no es pornografía del duelo ni del dolor, al contrario, es un proceso de sanación de algo a lo que cuesta ponerle palabras. La llegada a meta de una carrera de fondo donde el juego de espejos —los que colocamos ante nosotras, los que les colocamos a las otras y los que colocamos en la relación— hacen de diván psicológico.

"Cómo nos relacionemos las mujeres es lo que creo que va a cambiar el mundo. Es la revolución más importante"

Labari nos recuerda la importancia de dar lugar a las cosas que nos duelen, aunque no sepamos muy bien cómo ni de qué manera hablar de ellas. Y abre un espacio de diálogo social que, quizás, no nos hemos permitido tener hasta ahora por la carga peyorativa que el patriarcado ha depositado siempre a la amistad entre mujeres.

"Cómo nos relacionemos las mujeres es lo que creo que va a cambiar el mundo. La de los vínculos es una revolución más importante que la del reparto material. Intentemos cuestionar qué son las amistades y darles un nuevo lugar", concluye Labari.

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