Dice Camila Sosa Villada que siente afinidad por los árboles que crecen solos. Árboles como los que conoció tantas noches deambulando por el Parque Sarmiento, en Córdoba, Argentina. "Recuerdo a esas travestis corriendo con tacones muy altos, metiéndose adentro del bosque", nos cuenta.

De hacer la calle a escribirla

De la calle, a plasmar esas vivencias, que no son autobiográficas, cuenta, solo conocimiento. "Yo cuento cómo se prostituyen las travestis porque sé cómo se prostituyen, porque yo me prostituía".

"Cuento cómo se prostituyen las travestis porque yo me prostituía"

Sacó toda esa furia travesti en 'Las malas' y la convirtió en un éxito editorial. Y ahora, ha vuelto con 'Soy una tonta por quererte'. "Yo sí creo que somos rabiosas, pero a nadie le gusta nuestra rabia".

'La mala' que soltó el veneno

Una manera de extirparla, de sacar el veneno que llevan dentro, es escribiendo. Porque en todo el horror, ella encuentra belleza. Y si no, la inventa. "A veces siento rabia, a veces siento gratitud, a veces me río, a veces me largo a llorar...".

Y otras, a divertirse. Porque como dijeron, "ser travesti es una fiesta". Y ella espolea la voz de esas minorías que siempre escribieron tanto su amor como su dolor. "Hemos leído a Marguerite Duras, a Federico García Lorca, a Truman Capote... ¿De dónde se piensan que la escritura es un privilegio de los heterosexuales si los únicos que hemos hecho cosas hemos sido las minorías?", se pregunta.

¿De dónde se piensan que la escritura es un privilegio de los heterosexuales?

Camila no cambiaría nada de lo que vivió, "volvería a vivir la misma vida", dice. Novela, relatos, poemarios... Las travestis trepan cada noche desde el infierno del que nadie escribe para devolver la primavera al mundo, dijo.

Hay tanta belleza en el horror que imagina, que en sus historias, las malas, son realmente las más buenas.