Ninguna mujer, al menos no hay registro de ello, cruzó como miliciana el río Ebro en el que fue el episodio más largo y cruento de la Guerra Civil Española. Pero para Arturo Pérez-Reverte, la batalla del Ebro, y la guerra en general, también fue de las mujeres.

Un homenaje a las mujeres

Por eso, en 'Línea de fuego' (Alfaguara, 2020), su nueva y esperada novela inventa un cuerpo de seguridad ficticio: la sección de Transmisiones en la que 18 mujeres se ponen al frente de la trinchera. "Son mujeres disciplinadas, con una gran preparación técnica y profesional, mujeres cualificadas", explica el autor.

Personajes inventados con los que el escritor rinde homenaje a la mujer, la gran perdedora de la guerra. "En tres años las mujeres perdieron un siglo de avance, un siglo de progreso. En tres años la mujer pasó de ser libre y dueña de sí misma y de su cuerpo a ser esclava sumisa de confesores, de maridos y de biempensantes", añade Pérez-Reverte.

La guerra en el frente

La Guerra Civil ha sido el telón de fondo de muchas novelas de Pérez- Reverte, pero es la primera vez que se sumerge de lleno en ella. Las 690 páginas de 'Línea de fuego' están narradas desde el frente para que el lector viva la guerra en primera persona para entienda que "en la basura de la trinchera no hay ninguna causa noble. Es el horror enfrentado a otro horror".

No es un libro sobre una guerra de bandos, insiste el periodista, es una novela sobre la batalla real, sobre el cuerpo a cuerpo. Es la realidad de un enfrentamiento donde uno moría de sed, de hambre, de frío o por no tener un cigarrillo. Una novela hiperrealista que recuerda a la Quinta del biberón, "aquella generación de niños de 17 o 18 años que llegaban a los cuarteles acompañados de sus madres, que se ponían un pantalón largo por primera vez", aclara.

"Se está quedando solo el discurso ideológico, y es muy peligroso"

'Línea de fuego' es también un homenaje a nuestros padres y abuelos. "Pero claro, esa gente se ha ido muriendo y el testimonio real, el directo ha ido desapareciendo con ellos. Se está quedando solo el discurso ideológico y en los tiempos que corren, se está utilizando de una manera política para distintas intenciones por una parte y otra del sector político español. Y lo malo es que cuando se queda la ideología pero no hay testimonio es muy peligroso porque entonces la idea se vuelve algo fácilmente manipulable al no estar el testigo directo que pueda confrontarlo", explica el escrito, quien además insiste: "conocer nuestra historia es el único contrapeso al discurso partidista que abunda en la política española".