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ANIVERSARIO DE CIA MAN, FUGS

50 años del disco con el que unos hippies intentaron exorcizar al Pentágono

Hace exactamente cincuenta años, mientras en España los primeros bikinis extranjeros atentaban contra la salud de la momia, uno de los edificios más emblemáticos de Washington levitaba. No miento, lo de las suecas está más que sabido. No Bikinis No Benidorm. ¿Pero el Pentágono volando? No me jodas.

-Fugs actuando en 1967.

Fugs actuando en 1967.D.R.

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Esta mañana me despierta un telefonazo de Jerez, [aún no sé si el mote se debe a su afición al vino, o porque su melomanía le ha conducido a escuchar las marchas de Zacateca]. Lo cojo, y solo oigo riffs de guitarras psicodélicas intercaladas con frases como: “Who can plan a riot Vietnam? Who can have the tropos restore the calm? Fucking-a man! Fucking a C-I-A!”. Se acaba la canción y silencio. Ni una palabra más.

Me quedo mirando al techo repasando archivo, y no doy con nada. Así que busco la frase que he escrito antes en Google. Ya está, los Fugs. Resulta que la canción se titula “CIA man” y es del “Virgin Fugs”, el tercer disco del grupo y banda sonora que acompañó el paso de la generación beat al hippie hace cincuenta años.

El grupo, entre otros, estaba compuesto por el poeta Tuli Kupferberg y el poeta, novelista y un largo etcétera contracultural Ed Sanders. Hasta aquí todo en orden. Sin embargo, cuando caes en la cuenta de que éste último cerraba el álbum canturreando chiflado perdido “Aullido” de su colega Ginsberg mientras en Vietnam se afilaban “estacas Punji”… Ojo, que la cosa se pone seria.

Podían haberse quedado en un grupo protopunk más, garajeo psicodélico combinado con freak folk en el que la mala baba y el cachondeo eran los protagonistas. Sin embargo, hace cincuenta años, cuando Jerry Rubin y Abbie Hoffman planearon exorcizar el pentágono como parte de su lucha contra la guerra de Vietnam, no duraron en apuntarse.

Bueno, no duraron ni ellos, ni cientos de yippies más. Sucedió en octubre de 1967, en Washington, participaron 70 mil personas y más de 600 fueron detenidas, incluido el novelista Norman Mailer.

La acción consistía en rodear el pentágono y mediante la meditación común, lograr que el hexágono girase sobre sí mismo velozmente hasta liberarse de las malas energías que lo poseían, consiguiendo así, acabar de inmediato y lógicamente con la guerra de Vietnam.

En otras palabras, se trataba de desarrollar el poder del absurdo y Sanders no lo dudó, incluso trazó un plan con instrucciones y articuló un texto que se debía repetir durante la ceremonia. El rito no era moco de pavo, incluía juramentos en arameo, invocaciones de Zeus,

Anubis y de todas las familias divino- políticas que se les puedan ocurrir. Todo esto sumado a la presencia de Ginsberg y Abbie Hoffman animando el cotarro debió ser el cachondeo más serio de los últimos cincuenta años.

Lo hicieron

Y aunque al imaginar todo esto la sonrisa es inevitable, la acción no quedó exánime de violencia. Se regalaron más culatazos y brechas que en una feria. Ahora bien, nunca se podrá decir que lo hicieran sin autorización. Senders y los suyos solicitaron el permiso de las autoridades haciéndolo todo aún más absurdo, haciéndolo todo más divertido.

Ante lo cual, éstas, confundidas se lo concedieron con una cláusula: NO PODÉIS ELEVARLO MÁS DE DIEZ METROS. No me puedo imaginar lo que se tuvieron que reír.

Quizá lo elevaron doce, quizá lo elevaron veinte, el caso es que les inflaron a leches y gas lacrimógeno. O quizá no elevaron nada más que el propio concepto de lo absurdo, y a sus hombros, subiendo aún más alto, la propia guerra de Vietnam. Y eso ya no estaba en el contrato.

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