Flooxer Now» Noticias

'EL PERDÓN Y LA FURIA' LLEGA AL MUSEO DEL PRADO DE LA MANO DE ALTARRIBA Y KEKO

Altarriba y Keko: "Ribera hubiera sido un excelente autor de cómics de terror"

El historietista y Premio Nacional de Cómic Antonio Altarriba y el dibujante Keko publican 'El perdón y la furia', una novela gráfica encargada por Museo de El Prado que bucea en la biografía y la obra del Españoleto. “Nunca pensamos que llegaríamos a ver tebeos en las pinacotecas”, celebran los autores.

-El perdón y la furia

El perdón y la furiaMuseo del Prado

Publicidad

Dos pinturas de José de Ribera contemplaban a un dibujante y a un guionista presentar un cómic en uno de los museos más importantes del mundo. Esta frase, hace diez años, habría sido pura ciencia ficción. El sistema del arte, tradicionalmente clasista, jerarquizado en artes mayores y menores, rara vez se había parado a contemplar los hilos que le emparentan con los tebeos, al cabo una forma de expresión heredera de la pintura pero a la que, hasta hace muy poco, se la asociaba a un entretenimiento juvenil, de poca altura.

Al fin, estas fronteras entre unos y otros se han ido difuminando y la escena descrita se hizo realidad. Sucedió este mes de enero en el Museo del Prado, institución que encargó al premio Nacional de Cómic Antonio Altarriba y al dibujante Keko una novela gráfica que pudiera acercar la obra de José de Ribera a otro tipo de público.

Casi 400 años separan la pintura Españoleto del nacimiento del cómic. En cambio, el maestro español y el arte de las viñetas comparten muchos más elementos de los que cabría pensar a priori. Así, el gusto por contar historias y un dramatismo, una oscuridad y una furia altamente adaptables a ciertos géneros de los tebeos.

Viñeta de 'El perdón y la furia'
Viñeta de 'El perdón y la furia' | Museo del Prado

En la tónica de otras pinacotecas europeas y norteamericanas, El Prado también ha decidido hacer hincapié esa línea que une a los grandes maestros con el noveno arte. Como ya hizo el dibujante Max con la obra de El Bosco, Altarriba y Keko han imaginado en 'El perdón y la furia' una historia que indaga en la biografía, el arte y los misterios del tenebrista. Una obra que se enmarca en la exposición 'Ribera, maestro del dibujo'.

La última colaboración de los autores, 'Yo asesino' (Norma, Editorial), caminaba en la dirección de lo que ahora presentan: una historia de claroscuros con el mundo del arte de fondo y dibujada en blanco y negro.

“Vieron nuestro trabajo y pensaron en nosotros. Como exponente del tenebrismo, Ribera tiene entre sus señas un gusto por una luz dura, por atmósferas oscuras con las que enseguida me siento emparentado”, comenta Keko.

Antes de ponerse manos a la obra, el dibujante había contemplado al Ribera más clásico, al de las pinturas sobre martirios. En esta novela, en cambio, se ha inspirado en el más salvaje, en la época en la que retrata de forma gráfica el dolor y el sufrimiento. Los dos cuadros de 'Las Furias' son el eje sobre el que discurre el argumento.

Sin embargo, también ha tenido mucho peso el Ribera dibujante:

“Me ha sorprendido. Era un moderno, le fascinaba lo extraordinario con gusto por lo fantástico y lo grotesco, incluso por lo humorístico y lo lúdico. En caso de haber sido historietista, Ribera habría sido excelente, de eso estoy seguro. Emplea técnicas en el dibujo que se utilizan a día de hoy. Y le saldrían unos tebeos de terror bastante fuertes... Si contemplas el rostro del demonio en 'Las furias', absolutamente aterrador, puedes imaginar enseguida la portada de un gran cómic de horror”.

Antonio Altarriba y Keko (José Antonio Godoy), guionista e ilustrador, del cómic El perdón y la furia.
Antonio Altarriba y Keko (José Antonio Godoy), guionista e ilustrador, del cómic El perdón y la furia. | Museo del Prado

En un tiempo muy reducido, ambos creadores urdieron esta novela que, se alegran, contribuye a mermar esa vieja consideración del cómic como un arte menor.

“De alguna manera, las viñetas son cuadros: siguen unos criterios de composición, tienen unas pautas cromáticas… Las pinturas figurativas también cuentan una historia. Me da igual que sea la crucifixión de Jesucristo, de la que conocemos el guión, que las que hacen alusión a la mitología, 'La rendición de Breda' o 'Los fusilamientos' de Goya. Todos esos cuadros los percibimos en su vertiente plástica, hablamos de los efectos de luz, texturas y de cómo están expuestas las figuras pero nos olvidamos de que en la base hay un intento narrativo”, expone Altarriba.

Y es que, en efecto, les ha tocado homenajear a un contador de historias, cuyos personajes están entregados a la expresión: gritan, sufren, se pasman ante la presencia de Dios.

“El paso era relativamente fácil porque en algún lugar remoto existe un antecedente común. Al fin y al cabo, el cómic no es más que un desarrollo secuencial de la narrativa en imágenes”, abunda el guionista.

Para sorpresa de ambos, a sabiendas de que El Españoleto no es tan conocido en el extranjero como otros clásicos españoles, sus editores en otros países han reaccionado con entusiasmo: “Nos dijeron que era magnífico, estaban impresionados. Si modestamente podemos contribuir a un mejor conocimiento de él aquí y fuera, entonces estaremos muy orgullosos”.

Cuenta Altarriba que encontrar los elementos para construir la trama de la novela les resultó relativamente fácil. En cuanto empezaron a investigar, hallaron ese tipo de ingredientes que excitan a un guionista.

“El punto de partida es un misterio real que rodea a una de sus obras fundamentales: y es que, de ese conjunto de cuatro cuadros, 'Las furias', dos de ellos se han perdido o no sabemos dónde están. Parece claro que Ribera cumplió el encargo, pues existe copia de los originales, pero desconocemos el paradero de los cuadros de Sísifo y Tántalo".

"Por otra parte, trabajó en Nápoles, una ciudad de los prodigios que pertenecía a la Corona española y que era intelectualmente inquieta. Cuando el pintor llega allí, Giordano Bruno acaba de ser quemado por la inquisición y Caravaggio acaba de morir pero se encuentra con un centro importantísimo con talleres funcionando, ese es otro de los puntos del libro”.

La tercera línea argumental se centra en el hecho de que, durante los siglos XVIII y XIX, los románticos se prendaron de la obra de Ribera. Lord Byron llega a decir que el secreto de sus pinturas era que empapaba los pinceles en sangre de santos.

“Esta metáfora indica hasta qué punto su obra es influyente, contagiosa, contaminante. Se decía que sus cuadros provocaban efectos extraños. Está esa leyenda de una señora burguesa de Flandes que pasó su embarazo cerca de una de sus obras y que dio a luz a un bebé con los miembros retorcidos y la expresión de dolor. En fin, son bases narrativas muy sugerentes, vimos muy pronto que existía un material que podía interesar al lector”.

Como en las pinturas, también en este trabajo, en el que Keko se ha 'riberizado', hay dureza y tormento y, al mismo tiempo, una esperanza de salvación.

“Yo no pensé que fuera a ver esto nunca, que la historieta pudiera mirar de tú a tú a otras formas de expresión consideradas más serias tradicionalmente. Es estupendo que se aprecie que el cómic puede ayudar a descubrir a los grandes maestros o convertirse en un terreno de debate".

"En el caso de Ribera, por ejemplo, podemos plantearnos si era o no un virtuoso de la perspectiva que utilizaba la fe como pretexto para mostrar su habilidad. Todo eso aparece en el cómic”, prosigue Altarriba, que lleva 40 años en los tebeos y que ha batallado siempre -también desde el mundo académico- por su reconocimiento.

Los autores ya trabajan en el segundo tomo de su serie del yo, que llevará por título 'Yo loco' y ahondará en cómo la industria farmacéutica ha psiquiatrizado el comportamiento humano. En 'El perdón y la furia' aparecen referencias a este universo que están tejiendo en forma de trilogía y que culminarán con el volumen 'Yo mentiroso', a vueltas con la manipulación mediática en el mundo actual.

“Queríamos que apareciera en esta novela sobre Ribera algo de nuestra serie, que hubiera una continuidad, pues mi propio dibujo también se ha empapado de su arte. Dentro de la historia existe un juego metapictórico, pues el protagonista pinta cuadros de Ribera, de manera que he tenido que reproducir esas obras, y a él pintando como si fuera también un Ribera. Ha sido un juego de espejos que creo que ha propiciado que el libro se enriquezca”, sostiene Keko.

Como conclusión, ambos celebran que El Prado funcione como un museo vivo que se nutre de otras artes relacionadas con la imagen de la misma manera que lo han hecho el Louvre o varios museos de los Países Bajos, que atesoran largas listas de cómics publicados.

“Supone un reconocimiento por el que venimos luchando desde hace años. Ya se ha asumido que nuestro trabajo no es material para chiquillos. En España hay un gran nivel en cómic pero seguimos necesitando lectores e industria. Estos diálogos nos pueden llevar a un público más amplio”.

Publicidad