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SOLO EL 38% DE LAS NOTICIAS LAS DAN MUJERES

¿Quiénes nos cuentan la realidad? Las periodistas en la sombra en Good Girls Revolt

Recuerdo cuando decidí estudiar periodismo. Fue en bachillerato, y me fascinaba pensar que podía ganarme la vida escribiendo. Con una idealización de la profesión, como toda persona que se inicia en esto, entré en la Facultad de Comunicación. Esa imagen de mi misma sentada al ordenador dando forma a algún encargo semanal, se fue nutriendo con otras que provenían de cierta estereotipación alimentada por mis clases en la universidad: el Watergate, el periodismo muckraker

-Good Girls Revolt

Good Girls RevoltAmazon Prime Video

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Toda una época dorada donde los periodistas salían a la calle a buscar historias y a ejercer de contrapoder. Hombres con sombreros de ala corta a los que nunca les faltaba un cigarrillo en la boca. Casi todos hombres. Casi todos, porque recuerdo la mención a alguna periodista, como la mítica Nellie Bly.

En mi cabeza se forjó desde entonces, la instantánea de unas redacciones de periódicos llenas de varones, y por tanto, con ausencia de mujeres. Algo triste de lo que no fuí consciente hasta más adelante. Y aún más avanzado el tiempo, descubrí que tampoco era cierto: claro que había mujeres en las redacciones, solo que estaban ocultas.

Me hubiera venido bien tener a mano algo como Good Girls Revolt, una serie de Amazon Prime Video que ha pasado bastante desapercibida. Se basa en la historia real, y en la adaptación de un libro homónimo escrito por una de sus protagonistas (Lynn Povich), de un grupo de mujeres del medio norteamericano Newsweek (en la serie, The News of the Week) que se alzó para reivindicar la igualdad de condiciones laborales respecto a sus colegas.

Ellas no eran reporteras porque no podían serlo: eran las investigadoras, las que buscaban los contactos, realizaban las llamadas y la producción; las encargadas de toda la documentación de las historias. Un perfil subsidiario que facilitaba la tarea de los periodistas, estos sí, varones. Unas mujeres cuyo trabajo ha estado invisibilizado bajo la firma de sus compañeros periodistas, y que por ello acababan percibiendo un sueldo menor al de ellos.

Good Girls Revolt tiene su punto de partida a finales de los años 60, una época de irreverencia social y cultural en la que una sociedad movilizada luchaba por los derechos civiles y se manifestaba en contra la guerra. Un período que dio paso a los 70 y al auge de vindicaciones feministas, y en el que tuvo lugar la primera huelga de mujeres.

Las 46 ‘dollies’ (muñequitas), apodo con el que se conocía a estas trabajadoras en la redacción de Newsweek, llevaron su caso ante la Federal Equal Employment Opportunity Comission en 1970. Su reivindicación se basó en la denuncia de la discriminación que sufrían en temas como la contratación y la promoción, no pudiendo salir nunca de un rol secundario por ser mujeres. En 1975, una tercera parte de los periodistas en plantilla eran mujeres y una tercera parte de los investigadores eran hombres.

Y ahí empezó todo: poco después, otras mujeres de otras cabeceras comenzaron a movilizarse y a hacer lo propio. Hasta hoy.

Y ahora ¿quién nos relata la realidad? Pues por desgracia, en la gran mayoría de los casos siguen siendo los hombres. En Estados Unidos, un estudio que pone su foco en los 20 principales medios del país, arroja la cifra de que tan solo el 38% de las noticias están elaboradas por mujeres. Así que sí: las mujeres ahora firmamos textos, pero desde la primera denuncia de las trabajadoras de Newsweek han pasado 47 años, y nuestras piezas aún siguen suponiendo una tercera parte de las producidas.

A nivel mundial, parece que las periodistas hemos llenado un cupo máximo; un techo de cristal que se alcanzó en 2005 con la producción del 37% de todas las piezas, y ha permanecido sin cambios hasta 2015, según este otro estudio. Todo esto si hablamos solo de mujeres, porque la diversidad va más allá y sus cifras caen aún más en picado.

Curiosamente, en mi Facultad la mayoría éramos mujeres. Y parece que así sigue siendo. Pero las redacciones, especialmente las de prensa escrita, siguen ajenas a esta realidad. Es lo que se suele llamar el ‘espejismo de la igualdad’: tenemos igualdad formal (legalmente, todas tenemos que tener acceso a cualquier empleo), pero no real; en lo social se siguen reproduciendo prácticas y discursos que no van a la par de lo que intentan remediar nuestras leyes.

Lo peor de todo es que esta desigualdad en los medios de comunicación tiene consecuencias sociales: influye en lo que se cuenta y en cómo se cuenta. El hecho de que en su mayoría las redacciones estén formadas por hombres (blancos) significa que hay puntos de vista que estarán excluidos de la agenda mediática.

Good Girls Revolt es otra de las series con contenidos feministas que nos han llegado en los últimos años. ¿Producirá cambios materiales en las condiciones de las mujeres? No creo. Pero en este caso, sí que realiza la importante labor de visibilizar a aquellas que lucharon por un puesto en igualdad de condiciones que sus compañeros en los periódicos. Y además, descubre referentes que muchos desconocerán, abriendo aún más el abanico de opciones de vida de las futuras periodistas.

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