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LOS PERSONAJES FEMENINOS ANIMADOS DE LAS DOS GIGANTES, A EXAMEN

Pixar o Disney: ¿Tienen las niñas de ahora más espejos sanos en los que mirarse?

Desde hace algunos años, exactamente desde 2006, van de la mano merced a una fusión empresarial vía compra de Pixar por Disney tras más de una década de colaboraciones. Hubo un tiempo en el que fueron muy distintas, en forma y contenido. Algo que aún se mantiene a grandes rasgos en la superficie de sus historias, en la calidad y en la crítica. Pese a los intentos de la casa de Mickey Mouse por modernizar y actualizar sus historias, tiene difícil deshacerse de esa marca de identidad en cuanto a personajes femeninos se refiere. La otra, más pegada a los tiempos en los que nació, envía un mensaje ¿suficientemente? diferente. Hay animación más allá de estos dos estudios, cierto. Pero la mayor parte del pastel les pertenece.

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Se habla de ‘princesas Disney’ como una categoría de personajes en sí misma, con sus propios arquetipos y clichés y en tono, digámoslo sin rodeos, despectivo. Porque la imagen que han dado durante toda su historia de lo que es ser una chica hace tiempo que quedó obsoleta.

Poco a poco va renovándose pero el cambio es más lento de lo que sería recomendable y satisfactorio. Su visión machista de la femineidad ha sido criticada duramente y desde distintos ángulos hasta la saciedad. Pero, ¿es Pixar una fuente más sana y prolífica de espejos en los que las niñas de hoy en día pueden mirarse como sus madres hicieron en su día con Disney?

Todo es discutible, pero vayamos por partes. Está claro que las ‘princesas Disney’ de antaño no tienen (o no debería tener) cabida en esta sociedad. Durante décadas, a las niñas se les vendió, a través de las películas animadas, que las chicas debían ser hacendosas, limpias, obedientes, conformistas, sufridoras silenciosas y muy buenas. Si cumplían con todos estos requisitos, tenían ganado el cielo. Entendiendo por cielo el palacio en el que acabarían siendo princesas de sus príncipes encantadores.

Porque, al final del cuento, ellos eran quienes rescataban a las chicas en apuros. Estas veían cómo un caballero en su reluciente corcel acudía al rescate. Todo muy edulcorado, con besos de amor verdadero, brujas malvadas y madrastras aún peores. A veces unas y otras eran las mismas. Lo que se habrá reído Shrek (Dreamworks) de estos clichés. Ahí estaban Blancanieves, Bella, Cenicienta, Aurora, Ariel… sufriendo cada una su particular calvario personal. Daba igual, porque, al final, el amor todo lo arregla.

Eso sí, no conviene pasar por alto un ‘pequeño’ detalle. Este noble y puro sentimiento está reservado solo a los guapos. ¿Alguien recuerda a alguna princesa o príncipe objetivamente feo? ¿Con quién se quedaba Esmeralda? Con Quasimodo no era, desde luego. ¿Y Bestia? Sí, vale, Bella se enamoraba de su enorme corazón, pero el premio era el mismo: te has enamorado de una Bestia, pero tranquila que por ser capaz de ver que la belleza está en el interior serás recompensada con un castillo y un príncipe guaperas.

Cada uno o cada una tendrá su princesa favorita, porque algunas se hacen querer más que otras y Mérida, Elsa, Mulán, Viana y algunas de las recientes han hecho méritos para dar un paso al frente en esto de iniciarse en las primeras lecciones de empoderamiento a las niñas. Aunque, en realidad, de todas, una de las mejores ha sido Jasmine. Aunque solo fuese porque era todavía 1994 y con Aladín le dieron la vuelta al cuento. Él era el pobre y ella, la rica. Cambiaron los roles y Jasmine se merece cierto respeto porque se empeñaba en no casarse por muy príncipe que fuese su pretendiente e iba contracorriente.

Eso sí, su premio al final era el mismo de siempre: un guaperas. Si no, a ver de qué se iba a enamorar de Aladín. Este, pese a ir vestido como un zarrapastroso como la “rata callejera” que decía el malvado sultán, tenía la pinta de Tom Cruise. No podía ser de otra manera. Los buenos son guapos. Los malos, feos. Lo de que la mayoría de personajes fuesen huérfanos de padre, madre o ambos es harina de otro costal y una premisa culpable de más de un miedo y trauma infantil.

En Pixar, ellos llevan la voz cantante

Despellejadas esas princesas salidas de la casa de Mickey Mouse que vendían a las niñas un modelo edulcorado, trasnochado y reprobable, le toca al turno a la casa de al lado. ¿Tiene Pixar más espejos en los que mirarse para las niñas de hoy en día? Tiene, a bote pronto, mejores historias, menos repetitivas, más divertidas y mucho más adultas. Eso está claro. Pixar es otra historia, otro sello. Por mucho que ahora caminen juntas. Lo que no está tan claro es lo de los modelos femeninos.

La mayoría de historias tienen a personajes masculinos como protagonistas. No en la línea del príncipe encantador, pero masculinos. Siendo justos, Disney tiene muchas más producciones más allá de las mencionadas de príncipes y princesas, aunque sean estas las que tienen cabida aquí por razones obvias.

Volviendo a la factoría cofundada por John Lasseter, padre de Toy Story ahora de excedencia tras entrar en la lista negra por múltiples acusaciones de acoso, las historias de amor están presentes, pero sin sobredosis de azúcar y con un mensaje distinto. Ellas no son damiselas en apuros que necesitan ser salvadas. La historia de amor de Carl y Ellie en el arranque de ‘Up' es lo más bonito, tierno e inspirador que se ha visto en cine en mucho tiempo.

Aún así, la mayoría de títulos de la factoría Pixar les tiene a ellos como cabezas de cartel. Incluso cuando se trata de objetos inanimados, como en ‘Cars’, son personajes masculinos. ‘Cars’, ‘Toy Story’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Monstruos S.A.', ‘Coco', ‘Up’, ‘Wall-E’… Eso sí, no perpetúan esa imagen machista de siempre y cuando dan algún tipo de señal en ese sentido -a McQueen hay que tenerle un cariño especial porque se lo merece, pero la manera en la que entra a Sally en la primera entrega es muy de ‘qué pasa guapa, soy la estrella, cae rendida a mis pies’ es cuestionable- se llevan un buen varapalo -‘perdona, bonito, pero aquí mando y te voy enchironar, vuelve a por otra cuando quieras’-. Gracias Sally.

Ellas, en la mayoría de películas, quedan relegadas a la categoría de ‘companion'. Jessie, la vaquera que da la réplica a Woody, es uno de esos ejemplos. O Dori, a la que acabaron dando su propia película como se merecía. Son secundarias en su mayoría. Las suerte es que los protagonistas no son tan anticuados en sus costumbres y, dicho sea de paso, sigue ocurriendo eso de que nadie ve raro que una niña pueda identificarse con Woody o con McQueen, pero sí que un niño quiera ser Anna. Hay cosas que aún tienen que cambiar.

La única princesa que tiene Pixar habita en ‘Brave’, en la que iba a medias con Disney, y no tenía nada que ver con el estereotipo. Mérida era escocesa, pelirroja, manejaba el arco y las flechas como pocos y de perder el tiempo delante del espejo peinándose ni hablar. Fue la primera protagonista Pixar. Era 2012. La siguiente y hasta la fecha última fue Joy, aquella niña de ‘Del revés’ a la que vimos crecer en la pantalla y afrontar el jaleo mental que es poner en orden las emociones a medida que se va creciendo.

Las chicas protagonista en Pixar son pocas, pero hay que reconocer que con Del revés dieron en la diana 100% y en ‘Cars’ lo han intentado pasándole el testigo en la tercera entrega a Cruz. Con Joy lo hicieron bien. Da lo mismo ser niño o niña, hombre o mujer. Identificarse con ella, comprenderla, es sencillo. El problema aquí son los padres, con los que cayeron en topicazos trillados y sexistas como el hombre despistado y la mujer que habla por los codos. Esa escena en la que se ve cómo funcionan sus cerebros es un batiburrillo de clichés.

Al final todo esto demuestra que aunque las niñas de hoy en día tienen más espejos en los que mirarse, Pixar no es su panacea y aún queda mucho camino por andar en este sentido en cuanto a la animación de grandes estudios se refiere, porque Dreamworks peca de lo mismo que Pixar. Fiona, la princesa atípica y verde de ‘Shrek’ y la rosada Poppy de ‘Trolls' son solo excepciones. Interesantes, pero excepciones.

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