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DEMUESTRAN QUE LOS INFLUENCERS SON UNA NUEVA BURBUJA

Esta chica no existe: así se fabrica una influencer en Instagram

Las marcas podrían estar perdiendo millones por la proliferación de cuentas de instagram falsas y followers comprados a golpe de talonario. Una agencia de marketing ha demostrado la burbuja que existe entre los influencers.

-¿Quién es Alexa Rae?

¿Quién es Alexa Rae?Instagram

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Que muchos ‘influencers’ que vemos en las redes sociales son clones, es algo que ya sabíamos. Por cada ‘blogger’ (antes los llamábamos así) que presume de modelito y triunfa en Instagram, aparecen otros doce de baratillo con el mismo objetivo y fondo de armario.

Por cada Prince Pelayo, cuarenta ‘Pelayers’ dispuestos a destronarle. Un influencer, precisamente, lo es por influir sobre otros, y lo mismo desean a su vez éstos. Nada, por tanto, que no supiéramos ya.

Más sorprendente ha sido enterarnos, gracias a una agencia de marketing especializada en este nicho, que los que hay que incluso son solo espectros. “El mercado de los influencers en Instagram mueve actualmente un billón de dólares”, declararon desde Mediakix, la agencia artífice del experimento que lo ha demostrado.

“Las marcas están apostando muy fuerte por los influencers como manera de llegar a los millennials, y algunos influencers se están aprovechando de esta demanda comprando followers y likes para inflar artificialmente su influencia”.

Según Mediakix, por tanto, es posible conseguir el patrocinio de marcas de moda por medio de cuentas falsas, y para demostrarlo la agencia creó el pasado mes de abril un perfil falso de Instagram. Ni la ‘influencer ‘existía fuera de esta red social, ni existían tampoco sus ‘followers’. Sin embargo, el mundano espectro empezó a ganar dinero.

Lo consiguieron siguiendo los siguientes pasos.

Primer paso: Lo primero que hicieron en Mediakix fue contratar a una modelo para una sesión de fotos. La sesión duró solo un día, pero bastó para cubrir todo el contenido del perfil de la futura influencer. También usaron fotos de chicas de espaldas sacadas de un fondo de imágenes: el golem poseía ya un cuerpo. Después, recibió un nombre (Alexa Rae) y un perfil de Instagram. Acababa de nacer “calibeachgirl310”, una fashionista de Santa Mónica con los sueños de Paula Echevarría: vivir de su Instagram.

Segundo paso: El siguiente paso consistió en comprar ‘followers’ falsos. Primero, mil cada día, y después 15 mil, durante el curso de dos meses. “El precio iba de 3 a los 8 dólares por cada mil followers, dependiendo de la fiabilidad del proveedor”, explicaron los chicos de Mediakix. “A 8 dólares por cada K, conseguimos 50,000 followers”.

Tercer paso: Después compraron ‘likes’ y comentarios. El precio: 12 céntimos de dólar por cada comentario y entre 4 y 9 dólares por cada mil ‘likes’, dependiendo, nuevamente, de la fiabilidad del servicio y de si tardaban en llegar 24 horas o aparecían de manera instantánea. “Por cada foto, compramos de 500 a 2.500 ‘likes’ y de 10 a 50 comentarios”, contaron al término de su experimento. Una inversión que daría a “calibeachgirl310” el nivel de influencia preciso para atraer a alguna marca de ropa. No importó que sus admiradores no arrojaran sombra en este mundo ni existieran siquiera en nuestro mismo plano de la realidad.

Cuarto paso: Ya solo quedaba ponerse en contacto con una agencia de influencers. “La mayoría de estas plataformas requieren un mínimo de followers para registrarse y entrar en negocios con una marca”, explicaron los padres de Alexa Rae. “Por ello, no fuimos capaces de acceder a una de estas plataformas hasta que nuestra cuenta tuvo 10.000 followers. Alcanzada esa cifra, pudimos registrarnos en muchas de ellas. El proceso de aplicación iba desde un simple clic a mandar un mensaje a alguna de las marcas.”

El resultado: un contrato con una marca de trajes de baño y otra de comida y vinos de mesa. Nada mal para el puñado de píxeles llamado “calibeachgirl310”, influencer de la nada. Y están entre nosotros, vendiéndonos trikinis.

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