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EL DIABLO SOLO ES LA VÍCTIMA DE UN DIOS QUE NO PERDONA

Dios es un mal padre (y Lucifer te explica por qué)

La serie creada por Tom Kapinos, basada en un personaje de Neil Gaiman, dibuja a Lucifer como un hijo manipulado por su padre que esta cansado de ser el malo de la película. En esta versión de la historia, el Diablo solo es la víctima de un Dios que no perdona y castiga cruelmente.

-Lucifer

Luciferantena3.com

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Aunque algunos lo consideren una blasfemia, es una verdad como un templo. Al menos la verdad que presenta ‘Lucifer’, una serie creada por Tom Kapinos que se merece una oportunidad solo por lo divertida que resulta y algunas cuestiones singulares e irreverentes, cuanto menos, que pone sobre la mesa. De ellas, Dios no sale muy bien parado como padre.

Su génesis se encuentra en una entrega del cómic ‘The Sandman’ en la que Neil Gaiman planteaba una curiosa idea: el Diablo está harto de dirigir el infierno y decide tomarse unas vacaciones. Como destino sabático elige Los Angeles, donde regenta un club nocturno. Ya se sabe, chicas y chicos guapos, alcohol, sexo sin compromiso, diversión sin freno… Todo muy diabólico y pecaminoso, claro.

El diablo viste de traje

Esta es la premisa de arranque de ‘Lucifer’, que acaba de regresar a la parrilla televisiva tras su parón de mitad de la segunda temporada. Las razones para convertir esta serie en uno de esos ‘guilty pleasure’ que llaman los que hablan el idioma de Shakespeare son muchas.

Algunas, como disfrutar de Tom Ellis en el papel del encantador Lucifer Morningstar de acento británico que toca el piano, canta y viste de traje como si hubiese nacido con él puesto, son evidentes. Los cuernos, por cierto, los conserva, aunque los oculte bajo un rostro más atractivo.

Otras residen más en ir dando con esas pinceladas irreverentes que, lástima, quizá no se explotan lo suficiente. Como lo de dar por hecho que “definitivamente” Trump irá al infierno cuando le llegue su hora.

El padre de la criatura: Dios

Lo más interesante y divertido de ‘Lucifer’ es la imagen que da del ángel caído. Se aleja del arquetipo de personaje oscuro, siniestro y malvado por naturaleza para convertirlo en un hijo víctima de las manipulaciones de unos padres egoístas, irresponsables y algo sádicos que convierten a su retoño en un ser infeliz y son capaces de enfrentar a su prole en su guerra celestial.

Aquí la culpa de todo, o en su mayoría, la tiene el padre de la criatura. Sí, Dios. Porque lejos de hacer gala de ese perdón cristiano del que tanto se habla o de poner la otra mejilla, destierra a su hijo y lo convierte en el guardián del Averno tras un intento de golpe de estado que le salió mal.

Quizá si se hubiese arrepentido se habría librado de la condena. Lo del arrepentimiento es también un sentimiento muy cristiano. Pero, ¿no dicen que un padre perdona cualquier cosa a sus hijos?

En el caso de Lucifer, no. Levantarse contra tu padre son palabras mayores y a él le cuesta su puesto en el cielo para descender a los infiernos donde se convierte en torturador por designio divino. Cómo él dice, no lo eligió, sino que le fue impuesto.

Y, si uno se para a pensarlo bien o ve los suficientes capítulos como para escucharlo de boca del protagonista, en realidad, el Diablo solo castiga a los malos, ¿no? Que disfruta un poco haciéndolo, nadie, ni él mismo, puede negarlo. Pero también es verdad que está harto y por eso se ha tomado a unas vacaciones.

Tensión sexual entre protagonistas

Como serie, ‘Lucifer’ es lo que es, un procedimental con todo lo que esto implica. Hay una agente de policía llamada Chloe o detective Decker, muy mona ella (Lauren German). Un asesor policial algo estrafalario y desquiciante en su comportamiento que se empeña en asegurar que es el mismísimo Satán aunque nadie le cree y le toman por loco –uno de los rasgos del personaje además de su habilidad para que la gente le confiese sus deseos con solo pedirlo es que no miente nunca–.

No puede faltar mucho de tensión sexual no resuelta entre ambos y un caso por capítulo que han de resolver juntos. Luego está todo lo demás, ese dramón familiar de proporciones bíblicas que no se explota lo suficiente, pero que siempre está presente y da mucho juego.

Y su madre es abogada

Dios es omnipresente sin que llegue a entrar en escena. Si lo hace la madre de la criatura, que consigue escapar del Averno, donde había sido encerrada por su ex. Una vez en la Tierra se mete en el cuerpo de una abogada y, básicamente, se dedica a meter cizaña entre padre e hijo manipulando al segundo al tiempo que plantea una venganza apoteósica contra el padre de sus ángeles. Todo son pullas hacia él, que queda como el malo de la historia y, sobre todo, un padre pésimo.

Porque, como si no fuese suficiente haber convertido a su hijo en un paria torturador, en su afán por controlar los designios de todo el mundo, decide ‘fabricarle’ una novia perfecta. Ni eso le va a dejar elegir a un Lucifer que cuando descubre todo el pastel divino decide romper con todo.

Y, claro, eso le deja hecho añicos. Enamorarte de verdad, por primera vez, y darte cuenta que tu padre, con el que te llevas peor que mal, ha hecho de casamentero, no es plato de buen gusto para nadie. Es muy cruel.

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