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DE LAS CAÑAS AL COLACAO, PERO TAMBIÉN LA SANIDAD UNIVERSAL

Las diez cosas que echas de menos cuando te vas de España

Has dado el paso. Tal vez reniegues de la madre patria, a lo mejor te han hecho una oferta de trabajo imposible de rechazar o puede que simplemente quieras dinamitar fronteras e ir a explorar el mundo. Yo llevo ya más de dos años viviendo en Estados Unidos, después de callejear por medio mundo por motivos de trabajo. Y después de tanto tiempo disfrutando y maldiciendo la tierra que me vio nacer a partes iguales, me encuentro echando de menos muchas, pero que muchas cosas y valorando con fuerzas renovadas otras tantas que antes daba por sentado.

-Amarna Miller

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No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. En España, vivimos de lujo y tú ni te habías dado cuenta. Desde una buena tortilla hasta poder ir al médico sin tener que vaciar la cartera. Aquí tienes la lista de cosas que antes no valorabas, y ahora echas de menos.

1.- La comida

Sobre todo, cuando tienes que explicar que las tortillas no sirven para envolver burritos y que con patatas, cebolla (que no quede duda.) y unos cuantos huevos puedes hacer un plato delicioso. Por cierto, ¿no va siendo hora de que empecemos a sabotear la tendencia yanqui de ir a los grandes supermercados? Comprar la carne en la charcutería e ir a pillar naranjas a la tiendecita de la esquina es un lujo que en otros países ni se imaginan.

2.- El pan de verdad

Con su corteza crujiente y la miga blandita, preparado para hacerte un bocadillo e irte a pasear al parque. O en rebanadas, con una buena ración de jamón serrano, tomate, sal y aceite de oliva. Nada de pan de molde ni ‘bagels’. No hay comparación.

3.- El humor

El jaleo, hablar alto, reírte mucho y tener desparpajo. El sarcasmo, la ironía y ser un poquito borde simplemente por hacer la gracia. Esta es una de esas cosas que solo echas de menos cuando de repente te das cuenta de en otros países no te entienden. Sin más. Se piensan que estás cabreada.

4.- Las cañas

No solo la cerveza, que también. Me refiero a la tradición inamovible e indiscutible de quedar con los colegas para pasar el rato. Sin mirar el reloj ni tener claro cuando ni cómo volverás a casa.

5.- El transporte público

Mucho nos quejamos de los horarios del metro y los autobuses pero no tenemos ni idea de lo que es vivir sin transporte público. Tener que coger el coche (porque sin coche, prácticamente no existes) para ir a hacer la compra, al gimnasio e incluso a mandar una mísera carta.

6.- La gente en la calle

Las terracitas, con sus sillas de metal incómodas y la sombrilla de turno plantada en un mazacote de cemento. Siempre perfectamente situado para que te tropieces y te dejes la mitad de los dedos, de recuerdo. Los bancos en las calles, las plazas públicas, calles peatonales. La marabunta de personas que llena el centro de todas las ciudades cuando se acercan las vacaciones de navidad. El calor humano.

7.- Los planes improvisados

Encontrarte a ese amigo que hace tanto que no ves por la calle, ir a tomar un par de cervezas y acabar de after al día siguiente contándole tu vida a un completo desconocido. Quedar con un grupo de amigos y empezar a llamar a la gente que sabes que vive por la zona ¡Porque sí! ¡Porque puedes!

8.- Los saludos

Darle dos besos a alguien sin que se piense que le estás intentando tirar los trastos.

9. - LA SANIDAD PÚBLICA. Así, en mayúsculas

Ponerte mala y no pensártelo dos veces antes de pedir una cita con el médico. Ir a un especialista y no tener que dejarte el sueldo de un mes. Medicinas subvencionadas por el estado.

10.- El colacao

No hay nada parecido, y casi da vergüenza explicar porqué lo necesitas por las mañanas aunque ya hayas cumplido un cuarto de siglo.

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