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TODO EL MUNDO HUYE DE LAS DESPEDIDAS

Te voy a contar por qué odio las despedidas de soltera

¿Qué tienen las despedidas de solteros que todos huyen de ellas? Hace unos días preguntaba a algunos amigos si habían asistidos alguna, ya fuese de soltero o solteras y la gran mayoría me decían “siempre me he inventado una excusa para no ir”.

-Las despedidas de soltera

Las despedidas de solteraFlickr

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Pero si en el cine siempre no las venden como unos locurones tremendos ¿qué está pasando? Pues lo de siempre que hemos sido engañados. Hoy os voy a contar tres historias, tres puntos de vista desde los que vivir una despedida.

Muchos creen que la verdadera víctima de estas despedidas es quien se va a casar, el que dice adiós a la soltería con la manita para contraer matrimonio para toda la vida (lo de los índices de divorcios lo dejamos para otra ocasión), pero ¿alguien se acuerda de quién organiza todo el cotarro?

Una amiga me cuenta su terrible experiencia. ¿Cómo organizas una fiesta para todos cuando hay gente de la familia que no se aguanta? Menudo marrón.

1.- Quejas porque las señoras de la familia no están de acuerdo con los planes. Choques generacionales entre los que quieren bailar salsa y los del reguetón

2.- Peleas por el lugar: Si decimos que nos vamos fuera de la ciudad, no viene Fulanita. Si nos quedamos, pero lo hacemos por la noche, no viene Menganita. Así con todas las opciones posibles.

3.- Quejas por tener que pagar: todo esta vida cuesta dinero y muchos quieren vivir del cuento. El poco presupuesto que consiguieron (porque algunos se negaron a pagar) solo les llegó para la cena, no hubiese pasado nada porque muchos locales hacen ofertas para este tipo de planes. Solo había que poner un poco de dinero del bolsillo de cada una para darle una alegría a la novia.

¿Y qué pasó? Pues que algunas invitadas se negaron a pagarle las copas a la novia y acabó siendo la despedida más cutre de la historia.

Despedidas en la casa del miedo

Otras despedidas pueden ser incluso más terroríficas que estas, aunque suelen ser intencionada. Mi amigo Mon cuenta que una vez le organizaron una despedida a un amigo en una casa del terror. No todo tiene que ser ir haciendo el cafre y borracho por la calle. Aquí lo que se encontraban era con fantasmas, aquelarres y asesinos con sierras mecánicas que te perseguían por el campo a las cuatro de la mañana.

“Secuestramos a Juanjo en un coche y nos lo llevamos allí. Una vez en la casa, todo es como un juego. Los actores se meten en el papel y tú también porque todo te lleva a eso”

Se juntaron varias despedidas y acabaron participando treinta personas en esta especie de película de terror llevada a la realidad. A pesar de que se lo pasaron muy bien, no durmieron nada porque daba miedo hasta ir al baño.

A pesar de que a mí las despedidas me dan también un poco de reparo, admito que si la celebran así me apunto de seguida. La única vez que fui a una, lo único que pasó es que no me enteré de que había que ir de negro y fui con un vestido verde por lo que destacaba más de lo normal y yo parecía la novia.

La novia graciosita

Hemos hablado ya de las despedidas desde dentro. Pero ¿y cuándo nos topamos con una? Vas por la calle tan tranquilo y ¡BOOM! Una novia te empieza molestar. Esto me pasó a mí. En un tren. Donde no hay escapatoria. Hace años iba yo al pueblo del que ahora es mi ex para tener una de esas charlas en las que podríamos acabar reconciliándonos o dejando la relación definitivamente. Así que imaginadme en el tren: abrigo puesto, gafas de sol y cabeza apoyada en la ventanilla. No hacía falta mucha imaginación para saber que me pasaba algo.

En ese momento entró una despedida de soltera y como el tren estaba medio vacío, se vinieron a mi vagón en el que estábamos cuatro gatos. Montaban el jolgorio típico, hablaban con los viajeros, gastaban bromas… y yo seguía en mi rincón llorando y esperando que no fuesen tan ineptas como para venir a por mí.

Casi me libro. Cuando ya se disponían a marcharse, la novia se acercó a mí con un cuaderno y me dijo “mis amigas me han dado este cuaderno para que la gente me escriba una dedicatoria” su voz se iba apagando poco a poco mientras me miraba y su cara reflejaba lo que estaba pensando “joder, la he cagado”.

Intenté sonreír y ella resignada ya me dijo “tú puedes poner lo que quieras” y claro no puse lo que quería porque la hubiese mandado a la mierda, le escribí una nota bonita sobre el amor y tal mientras me moría por dentro.

No sé quién lo pasó peor en ese momento. Pero un consejo, si veis a alguien en el tren con gafas de sol y mirando por la ventanilla melancólicamente, no le deis por culo.

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