Ni Tinder ni el #MeToo han podido erradicar las caravanas de mujeres

Fue en 'Villa de Plan', Huesca, en 1985. Mientras unos amigos veían en la tele del bar 'Caravana de mujeres' de William Wellman, se les ocurrió la idea, y de esa idea proviene el extracto del anuncio con el que arranca el artículo.

Este anuncio fue publicado en multitud de periódicos y tuvo un impacto absolutamente inesperado. De repente, todos se giraron para ver qué estaba pasando en esa pequeña población de la sierra pirenaica.

Sin ser conscientes de ello, y sin necesidad de Internet, generaron un viral en toda regla. Un montón de medios y periodistas fueron llegando a 'Plan'. Un lugar con apenas 200 habitantes se convirtió en el centro de atención, tanto dentro como fuera del país, ya que los solteros de Plan recibieron cartas de todo el mundo.

Todo suena muy José Luis Cuerda, pero no se trata de ninguna ficción, es puro y duro surrealismo rural. Por aquel entonces, Villa de Plan contaba con 40 solteros y una soltera. Lo cuál me lleva a la pregunta, ¿por qué se fueron todas aquellas mujeres?

Pero mi pretensión no es hacer un estudio antropológico, económico o sociológico de la época, así que cada cuál saque sus propias conclusiones. Lo cierto es que aquellos encuentros entre foráneas y singles de la zona tuvieron como resultado 33 matrimonios y un buen puñado de hijos, sin duda, el repunte demográfico envidiado por cualquier pueblo en peligro de extinción y una gran excusa para justificar moralmente estas caravanas.

Para mucha gente estas caravanas no son sino un acto de cosificación de la mujer. Y más después de ver el cartel con el que se anunciaba 'la caravana de mujeres' de Mérida 2015, cualquier cosa que se pueda decir en contra es poca. En dicho cartel veíamos un dibujo de un montón de chicas asomándose súper felices por las ventanas de un autocar mientras leíamos: “se garantiza a los primeros 55 solteros la compañía de chicas solteras durante la comida, la cena y la discoteca”.

Y, encima, todo el evento estaba organizado por un hotel. Esto es como cuando acudes a una clínica a hacerte un masaje y las fisioterapeutas son un grupo de sexys enfermeras en tacones. Al leer en el cartel lo de “se garantiza”, lo primero que piensas es, si me “garantizas” la compañía de chicas es porque son prostitutas ¿No?, no hacer falta ser Sherlock Holmes para llegar a esta deducción. Pero claro, si te fijas un poquito más en el cartel puedes leer: “precio 50 euros comida, cena y discoteca”.

“No es una cosa para perjudicar a la mujer sino todo lo contrario, es una herramienta más para contactar con una persona que tiene también la misma necesidad”. Así se defendía el dueño de dicho hotel ante las acusaciones sexistas y machistas que cayeron sobre él.

Y es que precisamente ahí reside la otra gran excusa moralmente legal para justificar estas caravanas: 'la soledad y el amor'. 'Al you need is love', como decía, tanto la canción de los Beatles como el mítico programa de Antena 3, 'Todo lo que necesitas es amor'. Difícil olvidar a Jesús Puente y su caravana del amor. Hablando de TV y de solteros rurales, ha sido inevitable acordarme de 'Granjero busca esposa'. Un espacio televisivo en el que, de una manera u otra, somos testigos del modus vivendi de los lugareños de algunas de las poblaciones en las que podría aparcar la próxima caravana de mujeres.

'Asocamu' es la empresa que más caravanas de mujeres organiza en España y probablemente la más denunciada por estas asociaciones. Horcajada, Cruceras, Navahermosa, Ampuero, son muchos los pequeños rincones de nuestra geografía en donde se celebran este tipo de verbenas aderezadas con ingentes cantidades de alcohol y comida. Verbenas en las que, para unos, la mujer no es sino pura mercancía, y para otros, la oportunidad de encontrar el amor.