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“He visto tirones de pelos de los de arrancarte un mechón; y hasta palizas"

Mujeres que trabajan controlando los parquímetros: ponen multas, aguantan insultos

“He visto tirones de pelos de los de arrancarte un mechón. Y hasta palizas con roturas de nariz y dientes, en el caso de compañeros. No estamos en absoluto protegidas”, denuncia una de las trabajadoras que vigila la zona SER de Madrid, el servicio de aparcamiento regulado y con parquímetros. Conocemos uno de los trabajos que más rechazo, insultos y agresiones generan por minuto. El hecho de ser mujer no contiene a los agresores.

-Problemas con los 'parquímetros' en Madrid

Problemas con los 'parquímetros' en Madridantena3.com

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Es algo que que llevo años observando: el coche, al menos en las grandes ciudades, saca lo peor de la gente. Hay quien parece estar convencido de que viajar en el interior de uno confiere algún tipo de superpoder. Como si en lugar de un utilitario condujeran un carro de combate. Como si ponerse al volante les diera derecho a pagar sus frustraciones con una agresividad que acabamos pagando todos los demás.

Si todos, siendo peatones o conductores, hemos sido testigos de esa agresividad, hay quien la sufre a diario y elevada al cubo. Son los controladores de los parquímetros, un colectivo que -al menos en Madrid- está formado mayoritariamente por mujeres.

Hablemos claro: estas mujeres de chaleco reflectante y mirada impasible sufren las de Caín. Al fin y al cabo, a nadie le hace gracia que le pongan una multa, y rara es la vez que aceptas de buen grado que una persona desconocida coloque en tu parabrisas un papelito que te obliga a pagar 90 euros por culpa de tu desdén. Sí: ese que te hizo pensar “no pago nada porque, total, va a ser un minuto”.

Si a todo ello se le suma el innegable machismo que sigue presente en buena parte de la sociedad, el resultado es un trabajo que bien podría ser considerado de riesgo.

Pero, ¿qué visión tienen ellas de su propio día a día? ¿Cuánto cobran? ¿A qué clase de encolerizados conductores se enfrentan durante su jornada? Queremos saber.

Opacidad y presiones

“No quiero hablar, lo siento”, me contesta la primera controladora a la que abordo por la calle. “¿Para un reportaje? No: nuestra empresa nos prohibe hacer declaraciones”, me despacha otra. Parece que la cosa no va a ser sencilla: la opacidad de la empresa adjudicataria (de la que ni siquiera el Ayuntamiento de Madrid me facilita un teléfono) llega hasta las propias trabajadoras. Pero todo es cuestión de perseverar.

“Creo que tenemos el cielo ganado con este trabajo”, me cuenta al fin la tercera mujer con la que hablo, con la única condición de que la mantenga en el anonimato. “Los altercados y los insultos son diarios: a veces por denunciar a un conductor. Otras, por el mero hecho de llevar uniforme”, lamenta.

Si todo se quedara en insultos sería duro, pero no peligroso. Y este trabajo lo es. “He visto tirones de pelos de los de arrancarte un mechón. Y hasta palizas con roturas de nariz y dientes, en el caso de compañeros. No estamos en absoluto protegidas”, denuncia mi interlocutora.

Otra controladora me lo confirma. “Nos la jugamos todos los días. Pasamos penalidades y riesgo, y no tenemos derecho a nada. Bueno, sí: a multar, dando cada vez menos tiempo para renovar los tiques”. No sé quién ha diseñado esta estrategia, pero es puramente recaudatoria”, sostiene.

La falta de protección de la que se quejan las trabajadoras tiene explicación: los trabajadores del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) no tienen estatus de agentes de la autoridad, lo que provoca situaciones de lo más incomprensibles. “En cada denuncia figura nuestro número de controladoras: con él, un ciudadano puede conocer nuestro nombre y apellidos. Hay quien se ha llegado a presentar en casa de compañeros”.

Desde el Área de Movilidad del Ayuntamiento señalan que son “muy conscientes” de este problema. “El Ayuntamiento va a incluir en la ordenanza de movilidad, que se aprobará el próximo otoño, que las multas y los expedientes por aparcamiento no incluyan datos personales de ningún controlador o contoladora”, explican a Tribus Ocultas. “Con esta medida dejarán de producirse algunas situaciones indeseables que han tenido lugar en alguna ocasión”.

Por si la presión de los conductores fuera poca, los trabajadores y trabajadoras del SER tienen que enfrentarse a las exigencias de la empresa adjudicataria para poner más multas. “Si pasa cierta hora y ven que no has denunciado, te llaman para preguntarte cómo estás”, nos cuentan con una sonrisa de resignación. “Es triste, pero es así: existe presión para que pongamos más multas”.

Pese a los contratiempos, varias de las controladoras entrevistadas se muestran satisfechas con su sueldo. “Hacemos 25 horas semanales una semana y 35 la siguiente, y cobramos unos 800 euros”, me cuentan. “Las que trabajan en horario de tarde, de 9 a 16 h, cobran un poco más. Tal y como están las cosas hoy en día, creo que no está mal”, apunta la primera.

“Yo trabajo en ese horario, me cuenta la otra controladora. “Es una jornada parcial de 16:00h a 21:00h, con sábados alternos. El sueldo son 875 euros, más o menos”.

Sí: de algo hay que ganarse la vida. Pero la próxima vez que una de estas controladoras te ponga una multa, recuerda que sólo están haciendo su trabajo. Un trabajo que ni siquiera a ellas les gusta y en cuyo sueldo no va aguantar exabruptos de conductores indignados.

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