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SE ORGANIZAN BAJO UNA ASOCIACIÓN PARA QUE NADIE HAGA POLÍTICA EN SU NOMBRE

Mujeres gitanas que no se sienten identificadas con el feminismo payo

Mujeres, gitanas y empobrecidas, son uno de los colectivos más invisibilizados de la sociedad. Ahora la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad, que no se siente identificada con el feminismo “payo”, comienza a organizarlas para luchar por sus derechos y que no hagan política en su nombre. Con motivo de su primer congreso, en Madrid, hablamos con su presidenta, María José Jiménez Cortiñas.

-Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad

Asociación Gitanas Feministas por la DiversidadAsociación Gitanas Feministas por la Diversidad

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Si el hombre blanco adinerado es el que rige los destinos del mundo, su figura diametralmente opuesta podría ser la de la mujer gitana y pobre, que también suele quedar fuera de los discursos feministas de las mujeres blancas de clase media. Pero ahora las mujeres gitanas feministas tratan de elaborar sus propios discursos y organizarse a través de la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad, que recientemente acaba de celebrar su primer congreso en Madrid.

Hablamos con María José Jiménez Cortiñas, de 42 años, que vivió hasta los 13 años en una chabola, llegó a hacer dos carreras universitarias e ir en las listas de Podemos para las elecciones generales. Es la presidenta la asociación, la buena noticia es que su familia y su entorno apoya su activismo; incluso muchos hombres gitanos se están uniendo a esta lucha.

¿Qué problemas afectan a las mujeres gitanas?

Tenemos un montón de problemas: la cuestión de género, de raza (hay un antigitanismo muy potente), a las que sumar también el problema de la clase social. La mayoría pertenecemos a una clase emprobecida que vive en la marginación.

Hay gitanos, los que tienen éxito, que sí son aceptados y tienen visibilidad dentro de la sociedad mayoritaria. La filósofa Adela Cortina llama a esto “aporofobia”, fobia al pobre.

Esta es la base del capitalismo, tanto tienes tanto vales. En el pueblo gitano no hay empoderamiento como en el pueblo judío, que se fue haciendo con espacios de poder. Nosotros no hemos conquistado esos espacios, son pocos los gitanos que forman parte de las elites. Básicamente los flamencos con éxito, nada más. Nosotras tratamos de que la cuestión gitana forme parte de la agenda política. Llevamos 2.500 leyes antigitanas en la historia de Europa y seguimos siendo un pueblo orgulloso de ser pueblo.

¿Cuándo y quién forma la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad?

Los formamos en 2013 un grupo muy diverso de personas que ya nos conocíamos del mundo del activismo. Somos un grupo muy heterogéneo: hay mujeres, hay hombres y hay grupos minoritarios simpatizantes, como las aimara, las mapuches, las afrodescendientes, las kurdas…

¿Cómo es la situación de la mujer en la sociedad gitana?

La comunidad gitana no es más machista que la sociedad mayoritaria, al contrario de lo que se piensa. Es una imagen que se vende. Lo que ocurre es que las mujeres gitanas no hemos tenido el empoderamiento de las mujeres payas, que son las que están validadas como feministas, blancas, de clase media; nosotras no hemos tenido este proceso.

La sociedad paya no es menos machista que las otras, pero existe más información sobre los privilegios masculinos, la violencia de género, los micromachismos, etc. Las payas han conquistado espacios de poder, no es que los hombres payos se los hayan cedido. Cuando nosotras ocupemos esos espacios de poder en nuestro ámbito creo que los hombres se nos van a unir.

En su congreso hubo una nutrida mesa redonda de hombres gitanos feministas, cosa que llama la atención, dado el estereotipo…

Sí, hubo una mesa de gitanos feministas muy potentes, hicieron un discurso muy necesario sobre nuevas masculinidades, sobre nuevas formas de ser gitanos. Están muy formados y lo tienen muy claro. También ha surgido movimiento en este sentido dentro del culto evangélico, que es mayoritario en nuestro pueblo.

¿Existen muchas resistencias al movimiento gitano feminista dentro del propio pueblo gitano?

Siempre hay resistencias, por una cuestión muy básica: nadie quiere ceder su parcela de poder aunque sea miserable… Un hombre gitano es mucho más irrelevante que una mujer paya dentro de esta sociedad, pero aun así no quiere soltar ese poco poder que tiene. Tenemos ante nosotras un proceso pedagógico histórico que creo que dará buenos resultados.

Supongo que las nuevas generaciones gitanas dispondrán de más información y educación y serán menos reticentes a los cambios…

Es complicado eso de hablar de las nuevas generaciones: hay un sector que se está responsabilizando, que está dando un paso adelante, pero a nivel de edad… Hay que dejar clara una cosa algo compleja: el tiempo cronológico no es el mismo para un gitano que para un payo.

Las mujeres y hombres gitanos quemamos etapas de la vida más rápido, a edades mucho más tempranas: somos madres antes, nos responsabilizamos del hogar antes, tenemos más hijos que la media española y europea… Somos más rápidos en el tiempo, pero al mismo tiempo más lentos en las transformaciones. Pero se ve una tendencia en los gitanos jóvenes a formarse y eso es muy bueno.

¿Hay problemas para acceder a la formación académica?

Nos cuesta mucho más acceder a los estudios superiores, en la realidad educativa no está reflejada nuestra lengua, ni nuestra idiosincrasia, no se habla de los gitanos en los libros de texto y cuando se habla se habla de manera despectiva. Si no tienes un entorno muy potente que te apoye no eres capaz de continuar los estudios.

¿Cómo os relacionáis con los movimientos feministas de mujeres blancas?

El discurso de las mujeres blancas europeas no nos representa. Necesitamos que se nos signifique como feministas. El feminismo tiene que ser antirracista si no, no podemos hablar de feminismo. Y no solo buscamos reconocimiento, sino significación real. No que nos pongan la mano en el hombro, sino que se pongan al lado en la lucha en las mismas condiciones, la lucha por los derechos de todas las mujeres que no suelen ser nombradas. Un feminismo que no solo incluya a las mujeres privilegiadas.

Formó usted parte de las listas de Podemos a las elecciones generales, aunque no consiguió escaño.

Sí. Fue un proceso en el que estuve muy expuesta, fue muy duro, pero sabía dónde me metía. Iba en las listas de Salamanca, una región históricamente gobernada por la derecha: sabemos que hay regiones en la que nos va a costar más. Es verdad que me esperaba más de este proceso, que no se trata solo de ocupar asientos en el Congreso, sino de hacer política por una causa, para lo que se me concedió un mes y medio.

¿Quedó algo de eso?

Después no hubo posibilidad de incorporar al discurso de Podemos un discurso racializado. Parece que aún no es una necesidad prioritaria, porque los gitanos somos una población minoritaria que no declina la balanza electoral. Además de ser una minoría, los gitanos no votan mucho porque tenemos una historia que nos hace rechazar esos instrumentos de poder mediante los cuales hemos sido instrumentalizados por los partidos políticos.

¿Cómo llega una mujer gitana al activismo?

Cuando las mujeres payas estaban generando discurso feminista mi madre vivía en una chabola; yo viví en una chabola hasta los 13 años. Me preguntaba por qué no teníamos vivienda, por qué no podíamos entrar en un supermercado sin que te siguiera el guardia, por qué no accedíamos a los estudios. Ahí empecé a investigar lo que es el racismo, la injusticia.

Usted sí accedió a los estudios, hasta el punto de que hizo dos carreras, Trabajo social y Humanidades…

No es lo común. Las chabolas están en el extrarradio, lejos de los colegios, mi familia se levantaba a trabajar a las cinco de la mañana, para ir al mercadillo, y no podían dejar a los niños en clase… era una generación invisibilizada.

Además, en Galicia, donde me crié, la comunidad gitana es más hermética y rural. Era muy complicado, y esto pasa con muchas familias gitanas. Pero una vez que pudimos acceder a la escuela el apoyo fue del 100%,

¿Cómo considera su entorno personal su activismo?

Está muy orgullosos. En el congreso feminista ha estado mi padre, mi madre, mis hermanos, y han participado en el proceso para elaborar el discurso feminista gitano. Mi padre nunca había visto en persona el desarrollo de estos razonamientos y se ha llevado a Galicia, a los mercadillos en los que trabaja, una maleta entera de camisetas para repartir, lo que es una forma de llegar a gente que no tiene acceso a nuestras ideas.

Yo soy consciente de que soy una mujer privilegiada dentro de mi pueblo, pero tenemos clarísimo que nunca va a haber un despegue sin contar con la base, no podemos perder ese contacto.

Acaba de volver de un viaje a las instituciones europeas en Bruselas ¿Qué ha hecho allí?

Hemos estado en el congreso Derechos de las Mujeres en Tiempos de Difíciles, organizado por la Comisión Europea, para visibilizarnos y hacer alguna propuesta a nivel europeo en torno al estatuto político de la causa gitana.

Estamos preocupadas por esta crisis que machaca de manera feroz a las mujeres, por cómo machaca la ultraderecha a aquellas personas que ni siquiera estamos nombradas como mujeres, que somos las gitanas. No tenemos representación en ninguna administración ni en Europa.

En vista del crecimiento de la extrema derecha, puede que dentro de algunas décadas haya un nuevo Holocausto en Europa, ¿qué pasará con nosotras que no tenemos ni representación? Tienen que darse cuenta ahora, y no lamentarse dentro de 30 años.

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