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EL PELIGROSO MENSAJE DE QUE SER ACOSADO DE NIÑO TE CONVIERTE EN GENIO DE ADULTO

No, el adolescente que sufre bullying hoy no tiene por qué ser el artista de mañana

En los últimos meses, está cuajando un seudoconsuelo contra el bullying: “Los jóvenes acosados de hoy serán los artistas triunfadores del futuro”. Varios rostros populares han lanzado esa idea desde entrevistas y programas de televisión. Es un mensaje peligroso, erróneo.

-Escena de la obra de teatro 'La edad de la ira'

Escena de la obra de teatro 'La edad de la ira'La Joven Compañía

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¿Qué ocurre si soy acosado y no tengo vocación artística? ¿Debería sentirme aún menos valioso de lo que ya me siento?

No debemos olvidar que una de las consecuencias más graves del bullying es la quiebra de la autoestima.

Nando López es escritor y profesor, y ha profundizado ampliamente en el mundo del acoso escolar, desde su experiencia docente y también como autor de ‘La edad de la ira’, una novela que aborda este tipo de comportamiento desde el punto de vista, además, homófobo en las aulas y que ya va por la 7ª edición.

“El bullying no sólo lo sufren quienes, en un futuro, se dedicarán al arte, sino que es una lacra que puede afectar a cualquier persona, de modo que generar la expectativa de un futuro triunfo social y, más concretamente, creativo me parece irreal e innecesario”, señala López.

Las víctimas no necesitan que les prometamos que, cuando sean adultas, se sentirán bien o, peor aún, que les prometamos un enorme éxito y reconocimiento profesional, sino que les ayudemos a resolver su situación ahora, según reconoce.

“Se nos olvida que los adolescentes tienen lo que los psicólogos denominan 'visión túnel', es decir, que su percepción de la realidad es más inmediata, de modo que ante un problema grave corren el riesgo de sentirse atrapados si no se les ofrecen las herramientas para abordarlo. Por eso, la promesa de un futurible no sirve: su dolor está ocurriendo ahora y es ahora cuando necesitan que les ayudemos y que les ofrezcamos medios para resolver su conflicto”, razona López.

Terapia o exhibicionismo

Hablar de bullying abiertamente y visibilizarlo es positivo, pero puede convertirse en un ritual exhibicionista y, sobre todo, cuando se asocia el dolor pasado con el éxito futuro.

¿Y si ese éxito no llega? Es más, ¿cuántas víctimas de acoso escolar acabarán presentando un programa de televisión, dirigiendo una película o convirtiéndose en influencers? “Me parece más interesante hablar de cómo lo superaron entonces: qué hicieron, qué les ayudó, qué les sirvió”, reflexiona López.

La solución pasa por trabajar tanto con los acosados como con los acosadores: no sólo hay que ayudar a quien sufre la agresión, sino también determinar de dónde nace la violencia de quienes la ejercen (y de quienes la consienten). Si no, resulta imposible erradicar el acoso que, a menudo, hunde sus raíces en complejas situaciones sociofamiliares externas a las aulas. Nada tiene que ver con el éxito futuro, ni el arte, ni triunfar como cantante o actor.

“Me parece que esa idea es un mito lleno de moralina que, pese a su origen bienintencionado, no ayuda a solucionar el problema y, además, genera una presión innecesaria a los niños y adolescentes”, expone.

Según Nando López, además, olvidamos algo muy importante: si con el éxito realmente se superase el bullying sin dejar huella, no se hablaría de ese acoso cuando pasa el tiempo, en estos ejemplos de personajes populares que apelan al éxito adulto como resultado de sus acosos juveniles. O, al menos, no se haría dejando claro cuánto se sufrió entonces.

“Si se habla de ello años después es porque deja huellas y cicatrices. Es más, hay muchas personas víctima de acoso que, tiempo después, dice sentir miedos y complejos muy similares a los de aquellos tiempos, huellas morales de un daño que es difícil de sanar. Por eso, no hay que romantizar el acoso ni convertirlo en una fábula con final feliz: hay que pelear por erradicarlo de nuestras aulas.”

La venganza no es un alivio

El concepto de venganza o revancha tampoco es una salida que alivie a la víctima en el momento del acoso y, peor aún, cuando se transmite ese mensaje se puede estar alentando una reacción violenta.

“Por desgracia, muchos intentos de suicidio adolescente nacen de esa necesidad de vengarse de quienes les hacen daño”, explica López, que ha documentado varios casos de suicidio adolescente para incluir esas vivencias en su obra de teatro #Malditos16.

No es cuestión de afinidad artística o de sensibilidad mayúscula, desgraciadamente, todos podríamos haber sido víctimas de acoso escolar. Es cierto que, según se apunta en diversos estudios, hay ciertos rasgos que pueden hacer que alguien sea más susceptible de vivir una situación de bullying, tales como la introversión, la inseguridad o la autoexigencia.

Lamentablemente, cuestiones como la orientación y la identidad sexual o la raza también pueden dar lugar a situaciones de acoso escolar homofóbico o racista, al igual que otras formas de bullying son derivaciones de la violencia machista que ataca a tantos otros sectores de nuestra sociedad.

Juegos que acaban en un infierno

Por otro lado, siempre intentamos ver una explicación lógica en el acoso, como si hubiera de responder a una narrativa evidente y sencilla de analizar, pero en ocasiones ese comportamiento procede de situaciones aleatorias, de supuestos juegos que acaban volviéndose perversos, por el mal uso de las redes sociales, de anécdotas que parecen intrascendentes y acaban desembocando en motes o bromas pesadas o de otras tantos tantos contextos que resulta difíciles de clasificar, como así apunta López.

“En títulos como ‘La edad de la ira’ o ‘#Malditos16’ he intentado mostrar, a partir de experiencias y testimonios reales, cómo el bullying se escapa de esa tentación adulta de explicarlo todo desde un esquema casi novelesco (una causa evidente, una consecuencia directa, una solución fácil) y es una realidad mucho más compleja y multicausal, ya que suelen incidir en ella factores muy diversos” explica Nando López.

En ese sentido, según López, el sistema educativo debería tender a formarnos en la diversidad y a resaltarla como un valor, como algo que nos enriquece, de modo que sea cual sea esa diferencia podamos compartir y convivir con la nuestra y la de los demás.

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