Los gigantes tecnológicos avisan: “La neutralidad de la Red está en peligro”

Es un debate que lleva varios años en liza: ¿es lícito establecer una red de internet marcada por según qué parámetros no siempre objetivos? ¿O tenemos que proteger la neutralidad de la Red en todos los ámbitos?

Durante muchos años, este debate ha sido ejercido en la propia red, donde colectivos de activismo online o incluso personas aisladas han luchado, de manera prácticamente individual, por preservar la neutralidad de la Red y no imponer determinadas condiciones.

Sin embargo, en los últimos dos años no están solos: cada vez son más las grandes compañías tecnológicas que se están sumando a esta lucha. Google, Facebook, Spotify, Amazon, Netflix... incluso Pornhub, uno de los mayores portales de porno online, se ha sumado a la lucha por los derechos en internet.

Los gigantes, contra Trump

Y si el enemigo siempre era grande, ahora parece serlo aún más. Si hasta hace poco los defensores de la no neutralidad de la red eran los gobiernos y ciertos operadores de telecomunicaciones, ahora este lobby ha conseguido sumar a su causa a un adepto que parece más peligroso que todos los demás juntos: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

La diferencia es clara: antes había un debate y una lucha que, al menos, parecía equilibrada. Sin embargo, con la entrada de Donald Trump en este juego son muchas las empresas de Estados Unidos que consideran que su presidente podría hacer la guerra por su cuenta, en solitario, sin importarle lo más mínimo la opinión de los demás ni las presiones externas, unos factores que, hasta ahora, sí conseguían frenar al resto de actores.

Alianza frente a la FCC

Por ello, varias decenas de grandes compañías tecnológicas estadounidenses han unido sus fuerzas contra las medidas que pretende imponer la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), que pretende romper el reglamento establecido por el anterior presidente, Barack Obama.

Pero, ¿qué es exactamente lo que está en peligro? En realidad, algo aparentemente esencial: que todos los proveedores de telecomunicaciones jueguen con las mismas reglas y no puedan configurar sus servicios a su modo y elección.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos que un operador de servicios de internet decide priorizar unas webs frente a otras. O que, en plena batalla entre apps de mensajería instantánea, llega a un acuerdo con una de ellas para que las demás tengan peor acceso, se encuentren más difícilmente o, en definitiva, funcionen de manera deficiente frente a la privilegiada. Eso es parte de lo que nos estaríamos jugando con la no neutralidad de la Red.

Las ¿contradicciones? de Google

En este sentido, las empresas prefieren jugar todas con las mismas reglas... y en caso de que haya trampa, que cada cual se busque las castañas. Porque a nadie se le escapa que, pese a que Google es firme defensora de la neutralidad de la Red, las multas que le han sido impuestas por la Unión Europea demostraban precisamente lo contrario: estaba beneficiando sus propios servicios y perjudicando a la competencia.

En cualquier caso, la batalla se plantea compleja: porque a un lado tenemos a las compañías más poderosas de la industria tecnológica, sí, pero al otro está Donald Trump. Y el mero hecho de saber ese dato ya hace temer que cualquier cosa pueda pasar.