TecnoXplora » CienciaXplora » Ecología

BUSCAN PROTEGER SU CUERPO DE PARÁSITOS

La explicación a por qué algunos perros se comen sus excrementos

Una investigación apunta que, a pesar de que suelen alejarse de sus propias evacuaciones y de las de otros de su especie, cuando las ingieren lo hacen para eliminar de parásitos el área, un proceso adaptativo aprendido de sus antepasados comunes.

Los lobos comen sus propias deposiciones para que las larvas no eclosionen y contaminen sus guaridas

Los lobos comen sus propias deposiciones para que las larvas no eclosionen y contaminen sus guaridas Visualhunt

Publicidad

A algunos dueños les pasa cuando salen a pasear: su perro ha hecho de vientre y ha decidido que hay que degustar lo que acaba de expulsar su cuerpo. Aunque moleste a propietarios y sorprenda a todos los que no tengan relación con los canes, habría que preguntarse el porqué de esta actitud. Y la razón está en sus antepasados.

Dos investigaciones del American Kennel Dog (un club estadounidense de crianza de perros), con datos de 3000 propietarios caninos de Canadá y Estados Unidos, han estudiado recientemente este fenómeno y han publicado sus resultados.

Uno de los estudios se centró en los hábitos de los perros, tanto si comían como si no sus propios excrementos. La otra solo estuvo protagonizada por los coprófagos, de los que se registró su frecuencia de ingestión o el tipo de caca que preferían tragar.

Un 16 % de las personas que participaron en el primer estudio afirmaron que su perro había ingerido y que no parecía que fuera por un comportamiento compulsivo o carencias en la dieta. Un 82 % afirmaron que las heces no llevaban más de dos días fuera de los intestinos.

En el segundo estudio, solo con los perros consumidores, el 38 % de los animales lo hacían una vez a la semana, el 62 % restante lo hacían a diario y un 85 % optaban por excrementos frescos, de menos de dos días.

Los investigadores relacionaron estos comportamientos con los de los lobos, unos animales con los que comparten antepasados. Según su estudio, en los excrementos de los lobos, expulsados en sus guaridas o las cercanías, se encuentran huevos de parásitos que no eclosionan hasta pasados varios días.

Al comérselos pronto, cuando todavía son ‘seguros’, se evita que dichos parásitos campen a sus anchas en sus propios refugios. Los perros hacen algo parecido con sus excrementos: los lamen cuando están frescos, pero también suelen alejarse de ellos o de los de otros perros con el tiempo.

Los responsables del proyecto del American Kennel Dog han advertido de que es difícil cambiar los hábitos que pueden desagradar a tantos humanos: según sus cálculos, entre un 0 y un 4 % de las mascotas lo habían conseguido, y no hay un método estrella (castigar por hacerlo, recompensar por lo contrario…) para ello. Aun así, los veterinarios tranquilizan diciendo que la ingesta de excrementos no suele traer consigo enfermedades graves, salvo alguna diarrea u otro trastorno ocasional.

No es la primera investigación sobre la coprofagia en canes. Según un estudio anterior, los perros domésticos ingieren sus propias como aporte nutricional en una dieta que ellos mismos consideran deficitaria, bien porque sufren alguna enfermedad o bien por inanición. Además, la práctica se puede ver en otras especies animales, como conejos, elefantes o roedores, que lo asumen como un complemento para una dieta más variada.

Publicidad