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ALGUNOS CIENTÍFICOS LO DEFIENDEN EN CONTRA DE LOS ANIMALISTAS

¿Deben los grandes simios vivir en zoológicos como única vía para evitar su extinción?

Mientras los animalistas abogan por el cierre de los zoológicos, algunos científicos defienden la medida de recluir a los grandes simios en los zoos como única vía para salvarlos de la total extinción. La polémica entre ambas partes está servida.

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Un orangután empuja la puerta de corredera y deja libre el paso para que otro simio acceda a un plátano escondido tras la reja. Uno y otro son capaces de ayudarse mutuamente, pero no lo son de abrir la puerta por sí mismos para comer la fruta. Juntos cooperan, pero no parecen tener la suficiente inteligencia individualmente para resolver el problema.

Es uno de los experimentos en los que ha trabajado Richard Moore, científico de la Escuela de Mente y Cerebro de Berlín, en diferentes zoológicos de Alemania. Éste y otro científicos se valen del cautiverio de estos grandes simios para poder avanzar en el estudio de la evolución humana.

Es el ejemplo que pone de cómo los zoos pueden ser centros de cautiverio útiles no solo para la ciencia, sino también como única vía de salvación de algunas especies en peligro de extinción.

Moore reitera que en Europa y EE UU son establecimientos mixtos: de ocio, pero también e conservación. No en vano, existen unos 4.000 grandes simios en zoos de todo el mundo, frente al peligro de extinción por guerras, caza furtiva, etcétera que sufren los bononos o los gorilas de montaña, por citar algunas especies.

“No solo por el hecho de poder desarrollar con ellos una investigación. Existe otro argumento. En los mejores parques zoológicos, como Leipzig, los grandes simios viven en recintos amplios que replican sus hábitats naturales bajo supervisión de los cuidadores del zoo”, explica en un ensayo.

El científico no comparte totalmente la idea de rescatar de su entorno natural a los simios, recluirlos y sanarlos en zoos para luego dejarlos de nuevo en libertad. Al contrario, muestra su desconfianza en esos procesos de realojo.

“Algunas instituciones tienen programas que liberan a los gorilas en la naturaleza, llevándolos a reservas protegidas. Sus intenciones son heroicas y espero que tengan éxito. Sin embargo, los resultados no han sido siempre buenos”, explica.

Menciona el caso de una institución inglesa que liberó a varios gorilas en Gabón, colonia de la que luego se encontraron once de ellos muertos en la reserva protegida, por falta de adaptación al medio, por lo que aboga por el zoo como vía de salvación para ciertas especies amenazas, como éstas.

El científico reconoce que ciertos zoológicos –cita a países como China y Tailandia- tratan de manera cruel a los animales y aboga por la denuncia y el cierre de los mismos. Sin embargo, opina que la mayoría de centros sí cumplen con los parámetros exigidos de bienestar.

“Y no hay ninguna evidencia sólida que los simios que viven en recitos bien diseñados se estresen o enloquezcan por la continua observación humana”, finaliza.

Más aún. El científico argumenta que visitar zoológicos hace que las personas menos propensas a solidarizarse con la extinción de grandes simios sean conscientes del peligro que supone la pérdida de estas especies para la naturaleza.

Una postura que choca frontalmente con la que mantienen los colectivos animalistas, que son partidarios, en su mayoría, del cierre de los zoológicos como centro de maltrato animal.

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