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ALGUNOS HAN CREADO HASTA SU PROPIA GRAFÍA

¿Por qué los médicos tienen tan mala letra?

Un estudio de la Academia Nacional de Medicina Norteamericana de 2006 concluyó que más de 7.000 pacientes morían al año en su territorio víctimas de los errores caligráficos de sus médicos prescriptores. No solo eso, hasta un millón y medio sufrían algún tipo de lesión, fallo o tratamiento equivocado debido a errores en la medicación, y la mayoría de estos fallos eran achacables a la pésima caligrafía de los galenos. El estudio sirvió para mejorar los protocolos y normativa en la entrega de recetas electrónicas y clasificación de expedientes médicos.

Caligrafía para médicos

Caligrafía para médicos Agencias

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¿Es justificable la mala fama de los galenos al escribir? ¿A qué responde la mala letra en las recetas, historiales y expedientes de la mayoría los doctores?

En primer lugar hay que hablar de un problema de disfuncionalidad basada en el exceso de práctica gráfica. Hay, por esa razón, una degeneración caligráfica progresiva en los profesionales. Un médico estudia una media de 11 años hasta que accede a su puesto definitivo de trabajo. Horas y horas cogiendo gran cantidad de apuntes y notas personales a pie de prácticas en una de las carreras más técnicas con el idioma, la jerga y los términos especializados que se conocen.

Hay estudiantes que con el tiempo desarrollan su propia grafía, basada en procedimientos taquigráficos, que distorsiona su letra en virtud de una mayor velocidad en la recogida de palabros y conceptos técnicos de largísimas descripciones. Esta práctica, a la larga, no es un proceso reversible y modifica para siempre la grafía de los futuros médicos. Por eso entre ellos siempre entienden sus escritos.

Pero eso no es todo, el mismo doctor una vez en su consulta definitiva tiene que atender, seguramente, a más pacientes de los que puede soportar. Un médico de familia receta a una media de unos 40 pacientes diarios. Normalmente los mismos medicamentos una y otra vez. También el sistema de salud les exige redactar constantemente citaciones, interconsultas, fichas clínicas, derivaciones, expedientes, informes... Este exceso distorsiona por simple repetición. Un poco lo que pasa con la firma personal: con el tiempo se va estilizando, deformando y estropeando para hacerla más rápida. Nosotros apenas firmamos un par de veces al día. Los médicos recetan lo mismo 20 veces.

¿Y por qué los farmacéuticos entienden perfectamente su letra? Es simplemente un problema de costumbre, pero se tarda un par de años y requiere cierta experiencia. Un farmacéutico experimentado sabrá lo que el médico quería prescribir porque conoce la jerga y los latiguillos o trucos mnemotécnicos pero, sobre todo, porque se basa también en el diagnóstico y los síntomas. Por eso mucha veces tu farmacéutico te pregunta y se interesa por tus dolencias para confirmar el jeroglífico. El contexto y el historial salvan vidas.

Algunos médicos hablan de encriptación voluntaria de la información entre profesionales para no perturbar la sensibilidad de los pacientes. Esto es, las recetas o los informes estarían tan mal escritos de forma voluntaria y llenos de avisos en clave para no producir alarma entre los pacientes cotillas que interceptan mensajes con otros médicos o farmacéuticos. Eso más bien suena a excusa.

Pero el gran argumento vale para otros gremios, el problema es que no se magnifican tanto las posibles consecuencias. En un taller de coches la caligrafía de las facturas manuales es aún peor. Lo abogados, notarios, arquitectos o funcionarios por oposición tienen la misma presión y carga de apuntes durante su proceso de formación pero usan menos la caligrafía manual en su vida profesional y de cara al público. La visibilidad de los escritos médicos y su trascendencia distorsiona un problema generalizado en la mayoría de las carreras técnicas.

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