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A PARTIR DE ESCÁNERES

El neurocientífico que dice saber lo que piensa tu perro

Gregory Berns ha analizado pacientemente las reacciones cerebrales de casi un centenar de perros, con unos resultados sorprendentes.

Perros

Perrosjoybot en Flickr bajo licencia CC

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Te quieren y no sólo por tu comida, ese sería el resumen breve del análisis de Gregory Berns, neurocientífico de la Universidad de Atlanta, sobre el comportamiento perruno. Ha llegado a este resumen tras recopilar en un libro ('Como es ser perro') las conclusiones a las que ha llegado después de años analizando sus cerebros.

El origen de su obsesión comenzó por la muerte de su mascota y, curiosamente, tras la aparición de un perro en la misión que acabó con la vida de Bin Laden. Berns pensó que si había perros que aguantaban los ruidos de los helicópteros podría experimentar con ellos en las también ruidosas máquinas de resonancias magnéticas, según cuenta en un artículo en 'The New York Times'.

Estas máquinas ayudan a comprender las partes del cerebro que reaccionan en los procesos emocionales de los humanos. En un primer momento, el científico fabricó una réplica falsa para entrenar a los canes para que se pudieran quedar quietos dentro el tiempo suficiente para obtener escáneres cerebrales Pasaron tres meses de adiestramiento antes de comenzar con pruebas reales para el primer perro y, desde 2012, han analizado a 90 perros sin recurrir a utilizar drogas para tranquilizarlos: las pruebas fueron como las de las personas.

La primera fue la prueba del malvavisco de Standford, un examen típico que mide la capacidad de la gente de retrasar la recompensa. Les enseñaron a los perros dos gestos que significaban “ir” o “no ir” y comprobaron que tenían la misma actividad en el lóbulo prefrontal, la misma parte que en los humanos.

Respecto al tema de la comida, Berns y su equipo hicieron un experimento, ofreciéndoles en la misma cantidad alabanzas por un lado y perritos calientes por otro. La gran mayoría respondió por igual (adivina), pero hubo un 20% al que las llamadas humanas le hicieron más tilín que la comida.

También jugaron con la muestra de imágenes de objetos y de rostros humanos y, según recoge el autor en su libro, descubrió que tienen partes dedicadas en el cerebro a procesar nuestras caras.

Preguntado por las aplicaciones de su investigación, el neurocientífico cree que su técnica podría ser útil para analizar los perros guía o de rescate, porque hay muchos que no superan las pruebas y es probable que sea por la zona cerebral que tiene más actividad. Los ideales para estas labores son los que tienen menos actividad en la amígdala, el área relacionada con el miedo y la ansiedad, según cuenta Berns.

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