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UN FLUIDO CON PROPIEDADES ASOMBROSAS

Este material hace la fotosíntesis, absorbe CO2 y genera energía como si fuera una planta

Un equipo estadounidense de investigadores ha inventado un nuevo material combinando titanio y moléculas orgánicas. En su seno tiene lugar una reacción similar a la fotosíntesis: absorbe luz y CO2 para producir compuestos que pueden utilizarse como fuente de energía.

El nuevo material podría utilizarse en la fabricación de tejas que absorben dióxido de carbono

El nuevo material podría utilizarse en la fabricación de tejas que absorben dióxido de carbonoUCF

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Para hacer la fotosíntesis las plantas absorben dióxido de carbono, un compuesto fundamental en la reacción que les proporciona energía para sobrevivir. Es así como reducen la cantidad de este gas de efecto invernadero en la atmósfera, contribuyendo a disminuir una concentración que ha alcanzado unos niveles tan alarmantes que, según prevén los científicos, constituyen un punto de no retorno.

Además de evitar la pérdida de masa vegetal o llevar a cabo replantaciones para conservar los sumideros naturales del planeta, los expertos trabajan en alternativas artificiales destinadas a atrapar el CO2 con el objetivo de frenar las temibles consecuencias del cambio climático. Una de las más recientes es la desarrollada por un equipo de científicos dirigido por un profesor e investigador de la Universidad Central de Florida: han inventado un nuevo material que, emulando la fotosíntesis de las plantas, absorbe dióxido de carbono y luz y produce energía.

La estructura molecular del material presenta huecos donde se absorben el gas y se producen reacciones químicas
La estructura molecular del material presenta huecos donde se absorben el gas y se producen reacciones químicas | UCF

Aunque de momento sólo lo han fabricado en pequeñas cantidades en el laboratorio, el fluido podría utilizarse en instalaciones cercanas a plantas de generación de energía. “El gas sería succionado en la estación, pasaría por el proceso y reciclaría los gases de efecto invernadero produciendo energía que volvería a la planta”, ha explicado Fernando Uribe-Romo, el docente responsable del hallazgo, recogido en ‘Journal of materials chemistry A’.

Otra posibilidad, apunta Uribe-Romo, es integrar el material en tejas o baldosas que se colocarían en el tejado de las casas, limpiando el aire de dióxido de carbono y generando energía al mismo tiempo. Esta aproximación requiere el desarrollo de “nuevas tecnologías e infraestructuras” pero, para el investigador, es factible.

La luz, un factor clave

El nuevo material es una combinación de un metal (el titanio) y moléculas orgánicas (los N-alquilo-2-amino tereftalatos). El cóctel, perteneciente al grupo de estructuras metal-orgánicas (MOF por sus siglas en inglés), atrapa el CO2 en sus poros y cada ingrediente tiene un papel en el proceso de transformación: los compuestos orgánicos actúan como una antena que absorbe luz y aporta electrones que el óxido de titanio utiliza para convertir el gas en energía.

La sustancia toma únicamente la luz con longitudes de ondas correspondientes al color azul en el espectro electromagnético, que sirve de desencadenante de la reacción en la que el dióxido de carbono se transforma en formatos y formamidas, compuestos que pueden utilizarse como fuentes de energía.

Esta no es la primera vez que se trabaja en el desarrollo de este tipo de combinados químicos, pero “diseñar materiales que absorban un color específico de luz es muy difícil desde el punto de vista científico”, advierte Uribe-Romo. La cosa se complica si, además, la luz debe provocar una reacción tan concreta.

Los investigadores utilizaron un fotorreactor que emitía luz azul
Los investigadores utilizaron un fotorreactor que emitía luz azul | UCF

Otros materiales que absorben luz visible, como el platino, el renio o el iridio, son demasiado escasos y caros para utilizarlos a gran escala en la fabricación de esta especie de dispositivos de fotosíntesis artificial. No ocurre lo mismo con el titanio, el metal elegido por el profesor y su equipo, que probó su eficacia en el laboratorio en pequeños recipientes a los que irradiaron con ondas lumínicas en un fotorreactor.

Pese a parecer prometedor, para lograr que el proceso sea viable a gran escala los investigadores aún tienen que aumentar su eficiencia y conseguir que los compuestos absorban un espectro más amplio de luz. Si finalmente alcanzan su objetivo, quizá en el futuro podamos recubrir el tejado con tejas fotosintéticas con las que generar electricidad y ahorrar en las facturas mientras protegemos el medio ambiente.

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