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SE DESCONECTAN PARA QUE PAREZCA QUE NO HAY COCHES

La mafia de los conductores de Uber: así se alían para subir los precios engañando a la app

Algunos conductores de la aplicación de transporte colaborativo se ponen de acuerdo para desconectarse de la app y hacer creer al algoritmo que hay más demanda que oferta, provocando que los precios se incrementen.

Uber

UberAgencias

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Con la elección de un nuevo CEO, que tomará el relevo del polémico fundador Travis Kalanick, Uber procura dejar atrás ese reguero de polémicas que ha venido enturbiando la la imagen de la compañía más valiosa del mundo que aún no cotiza en Bolsa. A saber: trabas legales, enfrentamientos con el gremio de taxistas, acusaciones de discriminación sexual…

Dara Khosrowshahi, que así se llama el nuevo jefe, tiene ante sí el duro reto de lavar los trapos sucios y allanar la senda hacia ese esperadísimo salto al parqué. No le va a resultar fácil, pues en la propia cultura del servicio de 'ridesharing', en su filosofía y sus políticas, se han podido instalar algunas prácticas poco edificantes que no se borran de la noche a la mañana.

La misma relación con los pilares de su modelo de transporte colaborativo podría haberse enturbiado, a juzgar por un reciente estudio que investigadores de la Universidad de Warwick han llevado a cabo en Londres y Nueva York. Según sus conclusiones, los pilotos de Uber en estas grandes ciudades se ponen de acuerdo, cual mafias, para engañar a la app e incrementar artificialmente los precios.

Todo el que haya probado la herramienta sabrá que el precio de un viaje depende, entre otras cosas, de la relación entre oferta y demanda de vehículos en un momento y lugar concretos. Así, si hay mucha gente que necesita un Uber a la vez y en el mismo sitio tendrán que pagar más por sus viajes. De esto los conductores son conscientes y, según los autores, lo aprovechan para manipular el algoritmo.

“Hay auténticas tensiones entre la necesidad de autonomía de los conductores y una plataforma programada para tener siempre el control”, afirma uno de los autores del estudio. “El sistema de gestión algorítmica de Uber puede ser incluso contraproducente si los conductores tratan de escapar de él”. En ese sentido, la investigación pretende demostrar que dicha gestión “puede no ser solo éticamente reprobable, sino también dañina para la propia compañía”.

La estratagema de los conductores es sencilla: si se desconectan todos a la vez, parece que no hay coches disponibles y los precios suben. Después se vuelven a conectar y listo: viajes con multiplicador para todos. Es lo mismo que sucede en hora punta o en momentos de gran demanda como la huelga de taxistas españoles del pasado mayo, solo que en esos casos el desajuste se produce de forma natural: el algoritmo no está siendo engañado para pensar que hay más clientes que coches.

Los investigadores han descubierto estas prácticas entrevistando a conductores de la app en la capital británica y Nueva York y revisando las publicaciones de más de mil blogs de foros como Uberpeople.net, que en ocasiones se utilizan para organizar los apagones masivos. “Desactivación en masa inminente. Permaneced atentos”, advertía un conductor en uno de estos mensajes. “Tíos, seguid desconectados hasta la subida”.

“Los conductores tienen la sensación de trabajar para un sistema más que para una empresa, y tienen poca o nula interacción con empleados de Uber de verdad”, explica uno de los investigadores. “Esto crea tensión y resentimiento, sobre todo cuando los conductores sólo pueden mandar un email para resolver problemas”.

Y el principal problema han sido esas prácticas poco edificantes que el nuevo CEO tendrá que desterrar. “La estrategia de Uber no es para nada transparente, los conductores no saben cómo se toman las decisiones o ni siquiera cómo se asignan los trabajos, y eso crea sentimientos negativos hacia la compañía”, señala el autor. “Así que deciden contraatacar y han encontrado formas de volver el sistema a su favor”.

Es difícil determinar hasta qué punto estos 'apagones' perjudican en realidad a las arcas de la compañía. De hecho, y a pesar de que los investigadores han hallado mensajes que hablan incluso de frecuencia semanal, Uber niega que las subidas artificiales se produzcan con frecuencia: “Ni es un comportamiento generalizado ni permisible en la app de Uber, y tenemos una serie de salvaguardas técnicas para evitar que suceda”.

Pero este no es, ni mucho menos, el único problema al que se enfrentan. En numerosos países, el nuestro incluido, la empresa tiene que lidiar con un enfrentamiento cada vez más enconado con el gremio de taxistas, que parece estar sumando victorias.

En España el Gobierno ha anunciado la inminente aprobación de una ley que no sólo intentará cortar las alas a la especulación con las licencias que permiten operar a los vehículos de Uber (las VTC), sino que además perseguirá a los conductores que capten clientes fuera de la app (en la calle o mientras están aparcados en sitios como estaciones o aeropuertos) u operen fuera de su comunidad autónoma con mucha frecuencia (para evitar que las flotas se trasladen a ciudades con mucha afluencia de clientes como sucedió durante la feria de Málaga).

Con problemas como estos sobre la mesa, la senda que el nuevo responsable de Uber tendrá que recorrer para limpiar la imagen de la empresa y conseguir sacarla a Bolsa, como ya ha prometido, parece de lo más empinada. No es de extrañar que esté asustado.:él mismo lo ha confesado, y no es para menos.

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