[ATENCIÓN SPOILERS]

Después de la espectacularidad del cuarto episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos, en esta ocasión, el quinto, 'Guardaoriente', deja reencuentros y alguna que otra sorpresa. El capítulo comienza desvelando uno de los misterios con el que acabó el anterior. Finalmente, Jaime y Bronn no mueren y ambos vuelven a Desembarco del Rey.

En Rocadragón, Jon Nieve se entera de que Arya y Bran están vivos y han llegado hasta Invernalia, donde los norteños empiezan a desconfiar de Jon y a impacientarse por su ausencia. Mientras, entre Sansa y Arya parece haber cierta tirantez. Tensión que podría aumentar después de que Arya encuentre en la habitación de Meñique una nota en la que Sansa jura lealtad a Joffrey. La escribió presionada por Cersei, pero podría malinterpretarse.

Davos lleva a Tyrion hasta Desembarco del Rey, donde se encuentra con Jaime para pedirle que intente convencer a Cersei del riesgo real que entrañan los caminantes blancos. Incluso planean llevarle uno para que la propia reina compruebe por ella misma que son reales. Al mismo tiempo que Tyrion se reencuentra con su hermano, Davos consigue localizar a Gendry, hijo bastardo del rey Robert Baratheon que llevaba varias temporadas sin aparecer.

Tras su reunión con Tyrion, Jaime va a ver a Cersei y le habla de los caminantes blancos, pero ella le hace saber que está embarazada.

Después de haber sido curado, Jorah Mormont regresa a Rocadragón para servir a Daenerys y acto seguido sale hacia Más allá del Muro. Lo hace en compañía de Jon Nieve y Gendry.

Sam deja la Ciudadela para ayudar de forma activa antes de que llegue el invierno. Lo hace después de que Gilly revele un detalle que puede ser trascendental para el desarrollo de la serie.

Finalmente, el capítulo acaba con Jon, Jorah y Gendry en el Muro y un particular reencuentro.