Jon Nieve fue el gran protagonista de la sexta temporada. Después de dejarnos enormemente intrigados tras su muerte en la temporada anterior, las interminables especulaciones de su resurección obligaron a los espectadores a preguntarse a cada instante si en la escena que estaban viendo hablaban de él. Una vez resuelto el enigma, el lázaro del Norte era proclamado rey apoyado por su prima Sansa. Porque sí, gracias a las visiones de Bran, sabemos que Ned no era su padre, sino su tío.

Mientras tanto, Bran revisa toda la vida de su padre Ned. Se reencuentra con el pequeño de sus hermanos, Benjen, y lucha por escapar de los caminantes blancos para reencontrarse con sus hermanos. La muerte de Hodor y la explicación de por qué tiene ese nombre ("Hold the door") estremeció a los más sensibles.

A pesar de que todos los Stark han vivido historias frenéticas y con un exceso de aventura, la que más destaca de ellas es la de Arya. Tras superar su largo entrenamiento en Braavos, empieza borrar nombres de su lista de pendientes. Disfrazada de esclava, degolla al organizador de la Boda Roja, Walder Frey, una tarta hecha a base de sus propios hijos. Su rostro de asesina complacida encandiló a todos los públicos, que tuvieron la venganza que pedían.

Por último, y no menos importante, tenemos a la Madre de Dragones. Acompañada de su enorme ejército y de su nueva alianza con los Grayjoy y Tyrell, se dirige hacia Poniente para conquistar el trono de hierro.